“Soy primero en la fila”: Jericó Abramo

junio 27, 2022
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El Coahuilense

Desde enero de 2017 las expresiones “mano alzada”, “una escalera” y “primero en la fila” suelen pronunciarse en las posturas públicas y privadas de Jericó Abramo Masso. De esa manera ilustra verbalmente su aspiración, el trayecto, recorrido en las filas del PRI, la administración pública y el trabajo legislativo, así como su deseo, expuesto “antes que nadie”, de ser candidato de ese partido a la sucesión coahuilense de 2023.

Para diciembre de 2021, Abramo Masso arreció sus apariciones públicas, no sólo proclamando su búsqueda de la candidatura sino acusando exclusión, “piso disparejo” en la contienda interna y denunciando la construcción de un candidato oficial de lo que llama “la cúpula del PRI”.

Con ese antecedente, la cuestión es:

– ¿Se va a salir del PRI?

– Estoy en el PRI, estoy luchando para ser candidato a gobernador por el PRI, con los méritos suficientes y con una aspiración legítima que se ha construido a lo largo de muchos años de esfuerzo honesto, transparente y por la escalera –dice.

Con su narrativa, Abramo Masso parece revivir las proclamas de los disidentes de los años ochenta: acusa cerco mediático, demanda democracia interna e inclusive denuncia prácticas ilícitas presuntamente cometidas por su adversario interno.

Aún más. Jericó es nieto del empresario que intentó gobernar Saltillo en los años ochenta, Jorge Masso Masso, quien en 1984 dejó el PRI para contender por la siglas del PARM. Aseguraba que ganaría aquella elección y derrotaría a “los corruptos” que manejaban el PRI. No fue alcalde de Saltillo, pero puso en aprietos al sistema y denunció el fraude electoral en una huelga de hambre cuyo campamento fue reprimido.

Jericó Abramo inició su carrera en 1998, al frente de un comité de autofinanciamiento del PRI estatal. Fue dirigente del PRI municipal de Saltillo y luego regidor. Diputado federal en 2006 y en 2015, alcalde de la capital coahuilense de 2010 a 2013. Luego, secretario de Vivienda y Ordenamiento Territorial con Miguel Ángel Riquelme hasta finales de 2020, cuando contendió por tercera vez para diputado federal.

Cumplió el sueño del abuelo, fallecido en 2002, al convertirse en presidente municipal. Ahora, Abramo Masso expone un plan por región y por municipio, pero una y otra vez vuelve a la interna priísta, con un tono que rompe la llamada institucionalidad histórica.

Él lo niega. Insiste en los vocablos de la axiomática priísta al sostener que fue institucional en 2017, que se disciplinó, que esperó los tiempos y que la elección de 2023 es una oportunidad que le corresponde.

La cúpula”

Las acusaciones de Jericó Abramo Masso son genéricas: una cúpula tiene candidato y obstruye su participación.

– ¿Quién es la cúpula? –se le inquiere.

– La cúpula son las cinco o seis personas que deciden en el PRI Coahuila

– ¿Quiénes son esas personas? –se le insiste.

Jericó se niega a dar nombres. Reconduce el diálogo y vuelve sobre el proceso interno del tricolor.

“La cúpula se mueve por los intereses de los que mandan en el PRI. Rigo Fuentes (dirigente del PRI en Coahuila) dijo que se abriría una consulta abierta. Se tardaron seis meses desde que pedí que se abriera. Después de seis meses que movieron a Manolo Jiménez por todo el estado juntando todas las secretarías para promoverlo es cuando aceptan (la consulta abierta)”, dice.

En los tempranos noventa, el PRI incorporó la consulta abierta a la ciudadanía como método de elección de dirigentes y candidatos. Con frecuencia, esos ejercicios resultaron en acusaciones de inequidad o simulación que provocaron rupturas y, a veces, en derrotas electorales.

Formalmente, el PRI tiene tres métodos de selección: elección directa, convención de delegados y por decisión de una comisión. En el caso de la elección directa hay dos modalidades: la consulta a militantes y la consulta a militantes y simpatizantes que coloquialmente es llamada “abierta”.

Jericó añade:

“En el PRI se ha buscado impulsar a una sola persona, decir que son demócratas pero al elegido no lo bajan del avión; hay recursos que está utilizando de programas sociales, se entregan cajas con su logo, con su inicial (la letra M), es el elegido de la cúpula”, insiste.

La queja es concreta: usar el gobierno para promover a alguien no es piso parejo en la contienda interna. Luego, acusa amenazas sobre militantes para forzarlos a apoyar a Manolo Jiménez.

– … pero es el PRI, puede ser contraintuitivo pedir democracia interna –se le comenta.

– Sí, un partido social demócrata. Hace unos meses votamos que el PRI era socialdemócrata y nuestros estatutos dicen que la democracia es de adentro hacia fuera. No se simula.

– … pero son casi 95 años de una historia en la que resulta impedida una aspiración democrática interna –se le insiste.

– El mundo tiende a la democratización de las instituciones. Eso es lo mejor. Creo que un partido que se democratiza a sí mismo desde el interior hacia fuera es un partido vigente y no pierde notoriedad -responde.

El entrevistado destaca principios y documentos básicos, la aprobación del perfil social demócrata del PRI en su más reciente asamblea y acusa una vez más a “la cúpula” que violenta esos principios.

“Soy más priísta que muchos de los que dicen aspirar. Fuera máscaras, suelten el proceso, vamos a la interna pero sin amenazar a nadie, sin quitar trabajos que se han ganado con esfuerzo, sin inducirle a nuestra gente quién trae la línea, eso no es piso parejo”.

Una vez más, se niega a identificar a “la cúpula”, pero insiste en democratizar al PRI y agrega: “Estoy esperando a Rigo (Fuentes, dirigente del PRI estatal) que me invite porque dijo que íbamos a platicar”.

2017, primer intento

A la mitad de su administración municipal, un conflicto soterrado con el gobernador Rubén Moreira marcó la diferencia de su carrera ascendente. Desde entonces, la huella del conflicto lo sigue dentro del PRI.

En entrevista, sin identificar al emisario, cuenta que le pidieron dejar la alcaldía y se negó. Por entonces, Jericó presumía cero deuda en un momento en el que el exgobernador Humberto Moreira era severamente cuestionado.

El diputado sostiene que no hubo intencionalidad política en esa declaración pues los presupuestos del estado respecto a los municipales son incomparables. Hace un repaso por sus decisiones financieras, recita el incremento en inversión pública de su gestión y el adelgazamiento de las que siguieron. Finalmente, hace un recuento de las políticas que considera positivas del sexenio de Rogelio Montemayor al de Miguel Ángel Riquelme.

“Todos han tenido fortalezas. Hay que reconocerlo. Pero eso queda aparte de las diferencias políticas. Cuando llega Rubén (Moreira) creo que estaba rodeado de gente que le hablaba mal de mí o que creían que yo quería el gobierno del estado y decían, si le va bien a Jericó va a querer aspirar y el gallo era Riquelme”.

Sigue:

“Lo intenté. Yo solito me bajé cuando salí abajo en la encuesta y le levanté la mano a Miguel Riquelme. A una encuesta nos comprometimos y cumplí mi palabra. Pero hoy, mucho tiempo atrás destapan a Manolo dejándonos a todos sin posibilidad, cuando yo estaba ahí primero en la fila. Seguí trabajando, me discipliné, fui diputado federal y gané con 90 mil votos un distrito difícil y ahora, están rompiendo la fila”.

Las rutas de 2021

El 2017 fue un año de éxodos. Priístas de larga trayectoria reconocieron a tiempo el posicionamiento de Andrés Manuel López Obrador y se fueron. Algunos de ellos hoy son gobernadores. Abramo Masso pudo salir del PRI ese año y luego en 2021, cuando se frustró su intento de volver a la presidencia municipal de Saltillo.

El entrevistado plantea como un vicio antidemocrático la costumbre del “dedazo”, cuestiona la decisión de no obligar la cuota de género hasta 2029 y que no haya oportunidades para las mujeres.

Suelta una lista de priístas con posibilidades de competir: la senadora Verónica Martínez; la exsenadora Hilda Flores Escalera; la diputada Martha Loera y la secretaria de Turismo, Azucena Ramos.

Jericó es renuente a hablar del pasado, excepto cuando se trata de acciones de su gobierno municipal o de su trabajo legislativo. Sobre las complicaciones con el Saltibús, por ejemplo, habla de las intrigas que provocaron su cancelación y la mención de las rutas dan pie a volver al tema electoral:

Desde hace meses ha colocado en sus redes sociales fotografías con el subsecretario de Seguridad Pública federal, Ricardo Mejía Berdeja, y con legisladores de Movimiento Ciudadano en la Cámara de Diputados. Sin embargo, no acepta que haya mensaje oculto, sólo trabajo legislativo y encuentros con funcionarios federales.

Añade:

“Soy priísta y soy congruente. No he perdido ninguna elección en Saltillo y gracias a la confianza de los saltillenses he ganado seis elecciones y he regresado ese apoyo con productividad. Como diputado, lo mismo me subo a defender a Coahuila en temas fiscales y presupuestales que en el tema de argumentar con propuesta, por qué voté en contra de la reforma energética. Luego hay quienes no son congruentes”, dice.

De plano, se niega a dar cualquier atisbo de fractura y, por el contrario, llama al priísmo a sumarse a su oferta política con el argumento de que “vean, las sillas están todas ocupadas allá”, serán los mismos secretarios, los mismos directores, mientras que con él, las sillas están vacías y todos caben.

“Yo ando con mi lana, con mis ganas que son muchas y poquitos recursos. Yo le estoy entrando de frente, no ando en el avión como secretario ¿dicen piso parejo? Bájate del avión. Nomás dejen a la gente que decida, no la induzcan. Y si de ese proceso sale quien salga apoyaré y si salgo yo, les pido me apoyen”, concluye.

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