Otra vez la tripa

septiembre 26, 2023
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Por Ximena Arriaga

 @Arriagaxxximena 

Para bien, o para mal, nuestro país se rige políticamente por un sistema partidista en pos de la democracia. El camino ha sido laaaargooo… más de lo que vimos venir, y con resultados menos positivos de los esperados.

Hemos andado la complicada senda rumbo a un gobierno que represente a la mayoría, en el 2000, pasamos, sin advertir un punto de llegada; seguimos transitando (no necesariamente avanzando) hasta que el 1 de diciembre de 2018 sentimos (porque así somos los mexicanos, mucho sentimiento, mucho cora; la tripa manda) que habíamos llegado al culmen de todo proceso verdaderamente democrático, con un pluralismo respetado y con mecanismos electorales calados.

Si bien que un tercer partido ocupe la Presidencia de la República se lee totalmente democrático, la razón del voto en mayor medida no aludía al proceso analítico de plataformas electorales o a la decisión consciente por propuestas viables para el país, sino al hartazgo ciudadano hacia el poder político (otra vez la tripa :/), al nulo cumplimiento de las promesas hechas, a los cuidados paliativos de los problemas centrales que habían mantenido (muy apenas) sobreviviendo a la nación… 

Y ese mismo hartazgo no fue pagado con mecanismos propicios para la participación ciudadana, altos niveles de educación, competencia económica-social y otras políticas de buen gobierno para reponer al país enfermo. Es más, ni con el respeto a los que habían trabajado tantos años por un buen engranaje electoral. No.  Ese sentimiento de ser usados (o abusados) una y otra vez, fue correspondido simple y llanamente con dinero, con la descarada compra de votos caracterizada de apoyo a los viejitos o a los ninis. Se pagó con encono y división, para no poder hacer frentes comunes; con mentiras y venganzas, para aprovechar el rencor social histórico hacia cualquier privilegiado; y con un adoctrinamiento diario, continuo, en cada discurso salido del presidente o de sus compas, para aprovecharse sanguinariamente de la carencia cultural y crítica; práctica extendida ahora a los más pequeños a través de los libros de texto.

La tendencia de apoyar una opción política sólo por recibir un beneficio directo, sin ver más allá, sin cuestionar la viabilidad económica para el país, va en aumento. Seguimos caminando, pero con los ojos cerrados a predicciones (fatídicas) de profesionales en materia de política, economía, sustentabilidad, etc. Acabándose la abundancia para costear la escasez, la supervivencia.

Los caminantes ya no hacen camino al andar… Ya quieren quedarse cómodamente donde los mantengan, los victimicen y coronen la pobreza (mental y económica) con sentirse identificados por primera vez en la vida con el mexicano número uno del país. El presidente, al menos eso hace creer. Pero el desinterés y la indigencia analítica es tal que descartan sin cuestionar la “casa gris”, el aumento de combustible, el uso ilegal de recursos en campañas políticas, la idiotez de pensar en una salud pública igual a la de Dinamarca, las deudas por cancelaciones de proyectos, los miles de contratos directos a amigos y familiares, la fragilidad financiera de Pemex, las millonarias estafas y los miles de problemas que están haciendo de este camino un campo minado.  

El punto de inflexión no es el rumbo que debemos tomar, porque en nuestro interior jodidamente lo sabemos; ¡really lo sabemos! (tripa again & again & again)

Es más bien (introducir soundtrack esperanzador) decidir si nos queremos levantar de donde estamos cómodamente sentados, extendiendo la mano y recibiendo (aunque sea por este sexenio y acabándonos todos los recursos existentes y futuros) o si elegimos caminar entre bombas de tiempo, aceptando al otro, al diferente, al que le hemos mentado la madre varias veces; de quienes hemos sido oponentes, requiriendo en esta ocasión ir unidos para sanar en conjunto y poder reiniciar el andar. Decidir ser lo bastante congruentes para avanzar aún con los cimientos socavados, enarbolando la tolerancia, el respeto y la búsqueda de la justicia, porque de odio, rencor, inmoralidad y división estamos hasta la madre. De tripa ya tuvimos suficiente, es hora de aplicar cerebro.

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