Cuando amamos a los mártires

diciembre 28, 2023
minutos de lectura

Por @ARRIAGAXXXIMENA

Confirmen si a veces se preocupan por cosas que no pueden controlar. Yo todo el tiempo (red flag). Y es agotador. Es el tipo menos empoderado de modelo de vida, porque definitivamente no tienes mando sobre las circunstancias externas; te vuelves víctima de todo lo que te rodea. Y si no sueltas la preocupación y la ansiedad, con cuál mano vas a tomar el presente. 

A veces sentimos que tenemos la obligación genética de sufrir. De sacrificarnos de alguna forma por los demás (aunque sea sólo en nuestra cabeza). Vinculamos nuestra felicidad a otra(s) persona(s).

Culturalmente amamos a los mártires. Seguro has oído el caso de “le magistrade”. Muchos desearían que su muerte fuera en pos de su lucha por los derechos de la comunidad LGBTIQ+, o incluso el mismísimo presidente AMLO, llamado por algunos “el mártir de la República” y, dicho de su propia boca, “el presidente de México con el mayor número de ataques e insultos en más de un siglo”, según él, remontándose a las épocas de Francisco I. Madero, el apóstol de la democracia. 

Sé que debemos tener respeto a nuestros muertos, pero definitivamente su partida, no define su vida. En el caso del magistrade, no hablaré de los videos y las demandas en su contra, simplemente diré: pese a ser un miembro activo de la comunidad, su muerte no es necesariamente un elemento de defensa de sus convicciones. 

Respecto del abanderado del “voto por voto, casilla por casilla”, en el inicio de la construcción de su papel de víctima, en los ochenta y noventa, nadie imaginaba la dimensión que lograría, su tesón para deslegitimar a las autoridades electorales, aceptando los beneficios para los suyos y reclamando sin evidencias cuando las cosas no salían en su favor. Lo dejamos crecer, afectar la colectividad propiciando encono, poner en duda la certeza de procesos ciudadanizados y desconfiar en la democracia misma del país, convertida a la postre en una autocracia hereditaria, que al parecer se refrendará en 2024.

Anular la reflexión y aferrarse a una ideología sin cabida para críticas o evaluaciones, sesga el criterio y hace perder la capacidad de darse cuenta con claridad de las cosas aún ante las evidencias contundentes, fajos de dinero, fotos, casas grises, nombramientos oficiales, videos, contratos, registros públicos, cifras 

terminantes. No importa lo indudable que sean las pruebas ante los “pejezombies”, éstos sólo siguen su deseo de continuar recibiendo del gobierno el dinero, según dicen todos roban, sólo que ahora lo “comparten”, no obstante que sean migajas. ¿Valdrá la pena seguir ateniéndonos a ese argumento aunque al país se lo lleve la chingada? 

Los terapeutas sostienen que no se puede controlar lo que hacen los demás, pero puedes controlar tu manera de reaccionar ante ello. Dejar de culpar a los otros por lo que (te) pasa: a los ricos por tu pobreza, a los jefes por tu trabajo de mierda, a tu pareja por vivir en desamor, a los conservadores por los desastres que se presentan en el país derivados de la deficiente gestión actual. 

Es probable te venga bien leer este mensaje hoy, concéntrate en no buscar la validación de los demás, en asumir que somos suficientes para lograr felicidad o riqueza, para emprender o cambiar de trabajo, para reflexionar y decidir a quién elegimos, en no conceder ni buscar el papel de víctimas que mucho daño nos ha hecho ya.

Si en 2023 you were fucking lost, este 2024 ten un nuevo comienzo, no repitas los mismos patrones, libérate de ser víctima. Aprende a decir no, prioríza(te). Donde te ponga el universo ten la capacidad de ser feliz; menos entre gente sin criterio, de ahí huye. No cometas viejos errores, y en la casilla que te toque, antes de votar, reflexiona y date (luego no jodas)!

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

Síguenos en

Versión impresa

Don't Miss