Redacción El Coahuilense
Por Brenda Macias
Cuando en 1994, hace 30 años, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) le declaró la guerra al Estado mexicano en mí despertó la conciencia política y comprobé –apenas con nueve años– que me había tocado vivir en un país altamente desigual.
Desde la narrativa de Televisa –era el medio de comunicación masivo más importante de entonces–, los comunicadores descalificaban el movimiento por atreverse a tanto y porque los guerrilleros andaban encapuchados. Sin embargo, detrás de esos rostros semicubiertos pude atestiguar que existía un profundo y doloroso reclamo de justicia e igualdad.
En ese escenario inédito las mujeres tenían un papel protagónico, no sólo en el ámbito de la lucha armada, sino en la transformación social y cultural de sus comunidades.
A propósito, la Revista de la Universidad de México, en su más reciente número, presenta un panorama de la vigencia del zapatismo en México. En especial me gustaría recomendarles el texto escrito por Rosaluz Pérez Espinosa, titulado Las mujeres hicieron posible el EZLN.
El análisis enfatiza cómo las mujeres, mediante su involucramiento en el EZLN, desafiaron y redefinieron las normas de género tradicionales, y han contribuido significativamente a la lucha por la autonomía y los derechos indígenas.
El texto reconoce la doble opresión que enfrentan las mujeres indígenas: por un lado, la discriminación y la marginación por su identidad y, por otro, la opresión de género dentro de sus propias comunidades. Pese a las resistencias internas, y no se diga externas, el EZLN ilustra cómo el movimiento se convirtió en un espacio de empoderamiento para ellas, permitiéndoles asumir roles de liderazgo y desafiar las estructuras patriarcales.
La publicación no se limita a una narrativa simplista de “liberación”, sino que expone las dificultades y contradicciones en el proceso de reconocimiento del liderazgo de las mujeres. Por ejemplo, aunque ellas lograron posiciones importantes dentro del EZLN, aún enfrentan desafíos en cambiar las estructuras de poder patriarcales en sus comunidades.
La crítica feminista podría apreciar la manera en que el texto vincula la lucha de las mujeres zapatistas con temas más amplios de justicia social, autonomía y resistencia al neoliberalismo. Esto refleja una comprensión del feminismo interseccional, que considera cómo diferentes sistemas de opresión se interconectan.
Por último, la mención de la Ley Revolucionaria de Mujeres y el establecimiento de la paridad de género en las Juntas de Buen Gobierno resalta cómo las zapatistas no sólo luchan por la igualdad de género, sino que también la implementan activamente en sus estructuras políticas y sociales.
Ellas, sin duda, son una de las más importantes influencias que han marcado mi comprensión de los procesos socioculturales de México. Pese a las dificultades, como las mujeres zapatistas, espero que podamos construir un mundo donde quepan muchos mundos.
Hasta la próxima entrega.
X: @brendamargotms
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