¡Tienes mal aliento!  

febrero 24, 2025
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EL COAHUILENSE

Por Gabriela María De León Farías

En 1989, la televisión estadounidense fue testigo de un momento insólito durante la transmisión del programa «Larry King Live», cuando Donald Trump, en un giro inesperado, le reclamó al presentador que tenía mal aliento. La reacción de King fue de asombro; se le notó avergonzado y, de hecho, se disculpó. 

Lo que Trump intentaba mostrar era que utilizar técnicas de manipulación como esta podía desconcentrar a su interlocutor y otorgarle una ventaja competitiva en la negociación. Sin embargo, lo que realmente presenciamos en aquel entonces fue la revelación de una estrategia comunicativa que Trump emplearía repetidamente a lo largo de su carrera, incluso durante su presidencia: desestabilizar a sus oponentes mediante comentarios provocativos. 

En esa entrevista, el magnate explicó que hacer afirmaciones directas y a veces hirientes servía para romper la tensión en una negociación. Más allá de ser una simple estrategia conversacional, esta técnica le permitía establecer una posición dominante desde el inicio. Al provocar una reacción emocional en la otra parte, podía ganar ventaja generando inseguridad o incomodidad en su contraparte. 

Años después, Trump aplicó este mismo enfoque en el ámbito político, especialmente en su relación con México. Durante su campaña presidencial y su mandato, lanzó reiteradas amenazas de imponer aranceles a productos mexicanos como mecanismo de presión. Aunque estas amenazas parecieron cumplirse en ocasiones, luego fueron aplazadas. En varias oportunidades, vinculó estos aranceles a la incapacidad de México para controlar la migración y el crimen organizado, creando así una narrativa que culpaba a nuestro país por problemas internos en Estados Unidos. 

Trump también insinuó la posibilidad de una intervención militar en México para combatir a los cárteles de drogas. Durante sus discursos de campaña, mencionó que consideraría declarar a los cárteles como organizaciones terroristas, lo que abriría la puerta a acciones más agresivas. Esta retórica, aunque escandalosa, fue preocupantemente bien recibida por la ciudadanía estadounidense y no solo generó incertidumbre en México, sino que también intensificó el debate sobre soberanía y relaciones bilaterales. 

Las amenazas de aranceles y de intervención militar se alinearon perfectamente con la táctica del «mal aliento» utilizada décadas atrás, aunque con sus debidas proporciones. Trump utilizó el miedo y la incertidumbre como palancas para forzar negociaciones más favorables para Estados Unidos, buscando siempre posicionarse como el negociador dominante. Al amenazar con medidas económicas drásticas e intervenciones militares, no solo tensó las relaciones bilaterales, sino que también movilizó a sus bases políticas al presentarse como firme ante lo que consideraba injusticias comerciales. 

La respuesta de México ante las amenazas de Donald Trump ha sido frágil y marcada por una política interna desestructurada y corrompida. A pesar de las promesas de la presidenta Claudia Sheinbaum de mantener un diálogo constante y estar preparada con múltiples planes de contingencia, la realidad es que el país enfrenta serias limitaciones debido a la corrupción endémica que afecta sus instituciones. Esta corrupción no solo debilita la capacidad del gobierno de todos los niveles, para responder efectivamente a las presiones externas, sino que también socava la confianza pública en la administración. La falta de cohesión interna y la fragmentación política dificultan la formulación de una estrategia unificada frente a las amenazas arancelarias y las constantes provocaciones de Trump. 

Además, el debilitamiento del Estado de derecho en México ha llevado a una situación donde las decisiones políticas pueden estar más influenciadas por intereses personales o grupos de poder que por el bienestar nacional. En este contexto, cualquier intento de negociación se ve empañado por la percepción de debilidad, lo que permite que las amenazas se intensifiquen sin una respuesta contundente que realmente proteja los intereses del país. La combinación de estas dinámicas internas con agresiones externas crea un panorama desalentador para México, donde cada declaración o amenaza se convierte en un recordatorio de la fragilidad del sistema político y económico nacional. 

Si bien las técnicas de negociación de Donald Trump son fascinantes y han demostrado ser efectivas en diversos contextos, México se encuentra atrapado en una trampa de corrupción y desestructuración política que lo convierte en una víctima vulnerable ante este tipo de negociador. La incapacidad del país para articular una respuesta firme y coherente a las amenazas se ve exacerbada por la falta de confianza en sus instituciones y la fragmentación interna. Esto no solo limita su capacidad para negociar desde una posición fuerte, sino que también perpetúa un ciclo de impotencia frente a las agresiones externas. En este escenario, las tácticas agresivas y provocativas de Trump encuentran un terreno fértil para prosperar, dejando a México en una posición precaria donde sus intereses nacionales son constantemente comprometidos. 

En este escenario, las tácticas agresivas y provocativas de Trump prosperan en un ambiente donde cada declaración o amenaza resalta la fragilidad del sistema político y económico mexicano. 

Gabriela María De León Farías. 

Maestra en Derechos Humanos. 

Especialista en Gobierno Abierto y Rendición de Cuentas Ciudadana

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