Sobremesa | Residentes médicos en peligro. La violencia estructural mata

junio 20, 2025
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EL COAHUILENSE

Por Lourdes Mendoza

Lo que leerá NO son casos aislados como nos quieren hacer pensar, son las historias de médicos residentes a lo largo y ancho del país.

No somos Dinamarca y nuestros médicos residentes mexicanos, indignantemente, NO son prioridad ni son tan importantes para la 4T y su segundo piso como los cubanos.

Lo que leerá NO son casos aislados como nos quieren hacer pensar, son las historias de médicos residentes a lo largo y ancho del país.

Historias que, en conjunto, evidencian un patrón de violencia institucional sistemática que amenaza la salud de los pacientes y el futuro del sistema de salud en México. Porque sin residentes, no hay hospitales.

El caso de Juan, la violencia institucional aplasta

Juan, quien estaba por pasar al cuarto año de su residencia en cirugía cardiotorácica en el Hospital Central Sur de Pemex, fue expulsado en diciembre de 2024.

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Y no fue porque cometiera alguna falta ejerciendo como residente, fue por no arrodillarse.

“Por denunciar lo que todos vemos y vivimos, pero pocos se atreven a decir: la violencia institucional contra los médicos residentes. Fueron nueve meses de humillación, abuso de poder, negligencia médica, acoso administrativo, discriminación y aislamiento. Mi salud física y mental se derrumbó, mientras la institución que debía formarme me asfixiaba lentamente.”

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Su cuerpo se fue apagando y a nadie le importó. Sufrió una hemorragia intestinal severa, artritis, ansiedad y depresión mayor, y en lugar de recibir atención, le negaron el acceso a psiquiatría; vamos, lo ignoraron trabajando en la subespecialidad a cargo de los doctores violentadores Juan Manuel Tarelo Saucedo, Daniel Molina Ramírez y Édgar Hernández Rendón.

Repito, a Juan, por no callarse, lo condenaron al ostracismo y lo atrasaron con alevosía y ventaja sin rotaciones o sin poder entrar a los quirófanos, ¿y así suponían que podía atender sin supervisión a los pacientes? Vaya desvergüenza.

Fue a la jefatura de enseñanza, al OIC de Pemex, a la DGES, incluso a Derechos Humanos (dos veces, la segunda en abril de 2024, cuando volvieron a exigirle la renuncia), y hasta le mandó una carta a AMLO. Nadie intervino. Nadie lo protegió. Nadie frenó a los profesores abusadores, al contrario: los encubrieron.

“Me expulsaron, pero no pudieron callarme”

“De un día para otro, ya no estaba en el sistema. Sin expediente. Sin defensa. Sin opción a un futuro. Bloquearon todo intento de continuar. Me quitaron el derecho a aprender, a ejercer mi vocación, a seguir formando parte de un país que necesita especialistas.”

Fue gracias a la Dra. Vilchis, jefa del departamento de especialidades médicas de la UNAM, que Juan logró su regularización en 2025, pero el daño ya estaba hecho.

Su caso contra Pemex está actualmente dirimiéndose en el tribunal federal laboral en la CDMX.

“Me trataron como culpable y no lo soy, y no me voy a callar. De hecho, el suicidio en 2024 de Karen Garcés García me impulsó a exigir mi derecho a seguir estudiando y a demostrar que la violencia estructural mata. Que hay una epidemia de abusos”.

Abraham, el sistema nos aplasta a todos

Abraham, médico residente de medicina interna en la UMAE 25 del IMSS en Monterrey, entregado y comprometido, terminó destruido por el sistema que prometía formarlo. Vivía para el hospital, sin descanso, y a pesar de su esfuerzo constante, era humillado y castigado con abusos como negarle el derecho a comer hasta terminar las tareas.

Lo dejaron solo física y emocionalmente, negándole el derecho a aprender de forma humana, a descansar, a sentirse digno. Bajo la indiferencia de sus superiores, se quitó la vida.

Este caso refleja una realidad innegable: no son injusticias aisladas, sino un patrón de abuso normalizado en hospitales, universidades y sistemas de salud.

El caso de Paola: amenazas de muerte, represalias y una baja injustificada

Paola fue dada de baja injustamente del INER en febrero de 2025, sin explicación ni derecho a defensa. Había denunciado una amenaza de muerte por parte de un compañero, pero ninguna autoridad actuó. En lugar de protegerla, la desacreditaron y expulsaron, usando bitácoras falsas como “evidencia”. Su agresor sigue rotando con normalidad. El miedo, el hostigamiento y la impunidad son parte del ambiente que viven los residentes, quienes temen denunciar por represalias. Otra vez, el caso de Paola no es una excepción, es la regla. Paola hizo lo que debía hacer como ciudadana, como médica y como mujer. Pero el sistema, una vez más, le falló.

¿Cuántas Paolas más vamos a permitir? ¿Cuántas vidas, vocaciones y futuros más tiene que destruir este sistema antes de que alguien lo detenga?

“Andrés N”: caso de “éxito” marcado por intento de suicidio

En medio de tanto abandono y violencia institucional, el caso de Andrés N. podría contarse como una victoria: logró reinstalarse tras una baja injustificada. Pero esto no borra el daño hecho. “Días antes de su gran logro, en una conversación por Whatsapp nos lo dijo: ‘Me intenté suicidar’”.

Hace 10 días, en la madrugada del 10 de junio de 2025, Andrés intentó quitarse la vida, tomó una dosis letal de quetiapina y, aunque llegó muy mal al hospital, se salvó, pero durante su convalecencia desarrolló un síndrome extrapiramidal.

Sobrevivir NO es ganar

¿Cómo llegamos a un punto en el que un residente brillante, reinstalado, tiene que sobrevivirse a sí mismo porque el sistema lo mató emocionalmente? ¿Cuántas muertes evitables más vamos a seguir escuchando antes de que se investigue a fondo, de que hagan algo?

La realidad en nuestros hospitales es: quienes denuncian, son castigados; quienes callan, sobreviven.

-“Hoy rompemos el silencio, porque es un problema estructural. Pedimos a la sociedad que escuche y se solidarice con nosotros antes de que esta violencia cobre más vidas.”

-“Ningún médico debería morir por querer aprender, ni un paciente ser atendido por un sistema roto.”

-“Los residentes sostenemos la salud pública a costa de nuestra salud, dignidad y, a veces, nuestras vidas.”

-“La residencia, se dice, sólo termina de tres formas: graduado, corrido o muerto.”

– “Pedimos justicia y dignidad.”

-“No más abusos, no más impunidad, no más miedo.” Juan Cervantes.

¿Secretario Kershenobich, cuántos médicos residentes suicidados o con intentos más necesita para hacer algo?

¿Doctora Laura Cortez Sanabria, como directora general de salidas y educación en salud, no dirá ni atenderá el tema?

Laura Cortez Sanabria, (Especial)

¿Cómo pueden dormir tranquilos?

Presidenta Sheinbaum, hay un grave problema en el sector salud y NO, no es culpa de los neoliberales, es de la 4T y su segundo piso.

MÁS DEL AUTOR:

Lourdes Mendoza

Lourdes Mendoza Peñaloza es una periodista mexicana especializada en finanzas, política y sociales, con más de 20 años de experiencia en medios electrónicos, impresos, radio y televisión.

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