Signos Vitales | Quebraduras en Tijuana

julio 25, 2025
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EL COAHUILENSE

Por Alberto Aguirre

Han pasado dos semanas del escándalo que propició la renuncia de Erik el Terrible Morales a la secretaría del Bienestar del gobierno morenista de Tijuana, Baja California. El alcalde, Ismael Burgueño, lo despidió tras de que una empleada del ayuntamiento acudiera a la fiscalía estatal, para denunciarlo, como agresor sexual.

El excampeón de box ha truncado abruptamente una carrera política de dos décadas que inició bajo la tutela del PAN y que ha tenido una etapa intensa con Morena, desde que se pronunció a favor de Andrés Manuel López Obrador. La popularidad del Terrible sirvió a la izquierda partidista para acabar con la hegemonía panista en el gobierno de Baja California. En el 2018 fue postulado a una diputación local (distrito VII, con cabecera en Tijuana) y hace dos años, la gobernadora Marina del Pilar lo propuso como director del Instituto de la Cultura Física y Deporte de Baja California.

Desde esa posición quiso construir su candidatura a la alcaldía de Tijuana, mientras que la alcaldesa Monserrat Caballero insistía en su reelección. El Terrible enfrentó diversas denuncias por presuntos actos anticipados de campaña y la dirigencia morenista finalmente optó por Burgueño —excoordinador de los programas federales— como su candidato.

Morales obtuvo un premio de consolación: la secretaría del Bienestar. Y su principal aliado político, el también expanista Arnulfo Guerrero León, fue designado secretario del gobierno municipal.

El escándalo que derivó en la dimisión del Terrible, hace dos semanas, ahora se ha tornado hacia Guerrero León, quien acumula 30 años de experiencia en el servicio público. Originalmente panista, ha sido ocupado cargos en su natal Tijuana y en la estructura estatal, en distintas administraciones panistas. Tres veces regidor, nunca ha ganado una elección, como candidato propietario.

En los comicios del 2021, solicitó licencia como regidor en Tijuana para competir —al amparo del PAN— por una diputación local. Tras de perder en las urnas, trató de regresar al cabildo, pero la entonces alcaldesa morenista, Karla Patricia Ruiz Macfarland, se lo impidió, por lo que acudió a los tribunales para exigir —sin éxito— su reinstalación.

Pero fue hasta los comicios del 2024 que cambió de camiseta y comenzó a colaborar con el abanderado morenista a la alcaldía tijuanense, Ismael Burgueño. Tras de su triunfo contundente, se incorporó a la nueva administración municipal, como secretario de gobierno; en 2010 fue secretario de desarrollo social en el ayuntamiento.

Su incorporación a Morena ocurrió una década después (2020), de la mano del exalcalde tijuanense, Arturo González Cruz. Entonces enfrentó acusaciones por malversación de fondos, tras de recibir millonarios contratos, que quedaron bajo reserva. Antes, enfrentó señalamientos por el presunto despojo de terrenos en la Zona Este, así como la operación que hizo de las primeras placas de taxis libres color naranja, de la invasión y permisos de ruta de transporte público que terminaron en arcas privadas y no públicas. Los reportes también refieren una “red callejera”, operada por Ramón Aboytes Hernández, para recolectar “donativos” de ambulantes para evitar decomisos y detenciones.

Guerrero León estuvo al frente de los principales promotores de las aspiraciones del Terrible por la alcaldía. Ambos combatieron a Burgueño, pero la dirigencia morenista obligó a los grupos locales a un pacto, para no afectar al proyecto nacional encabezado por Claudia Sheinbaum, ni a la campaña de Marina del Pilar.

La tregua entre las facciones morenistas apenas duró un año. La destitución del Terrible fue fulminante y ahora mismo se escuchan voces al interior del partido guinda en Baja California que exigen también la dimisión de “FuFo”, quien durante dos décadas ha mantenido controladas las áreas operativas del gobierno en la megaurbe fronteriza… y también habría acumulado expedientes —audios y videos— con los que buscaría cobrar favores pendientes.

Su verdadero blindaje no estaría en los partidos, sino en sus archivos y una máxima de la coacción: “si yo caigo, me los llevo conmigo”.

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