Por Alberto Aguirre
Desde su primer mandato, Donald Trump ha esgrimido a los aranceles para presionar a México. Aquella vez obligó a la administración de Andrés Manuel López Obrador a desplegar tropas militares para sellar la frontera; ahora, Claudia Sheinbaum ha sido emplazada a tomar acciones inmediatas para frenar el tráfico de fentanilo, para contener al gusano barrenador y para compensar el déficit de agua generado durante el último ciclo quinquenal.
Generado por la urbanización, las prácticas agrícolas, la minería y la industria, y el cambio climático, el estrés hídrico ahora es otro determinante en la relación binacional y su remediación no admite improvisaciones o fanfarronerías.
En una demostración histórica de liderazgo, el presidente Trump otorgó prioridad a garantizar el suministro de agua mexicana a los agricultores de Texas, conforme al Tratado de Aguas de 1944.
Estados Unidos invocó el cumplimiento del Tratado de Aguas de 1944 y tras de dos semanas de negociaciones, México garantizó el suministro de agua solicitada por las partes interesadas de Texas, lo que implica las entregas de agua por medio de múltiples fuentes que se sumarán a los 135,683 metros cúbicos de agua ya producidos en el año hidrológico actual, que comenzó el 25 de octubre de 2024.
Del lado estadounidense, el secretario de Estado, Marco Rubio, y la secretaria de Agricultura, Brooke Rollins, apuntalaron las negociaciones que estuvieron directamente a cargo del embajador Christopher Landau, quien actualmente es subsecretario de Estado para América Latina. Por México, los secretarios Juan Ramón de la Fuente y Julio Berdegué, mientras que el titular de la Conagua fue el enlace directo con Palacio Nacional.
Ya hubo una transferencia “inmediata” de la presa Amistad, que precede a un programa de transferencias mensuales dos embalses internacionales (Amistad y Falcón); mientras que habrá un incremento en la participación estadounidense en las corrientes de seis afluentes del río Bravo de México, designados en el Tratado de Aguas de 1944 entre Estados Unidos y México; y entregas adicionales de agua del río San Juan, sujetas a la aceptación por parte de Estados Unidos, siempre y cuando puedan destinarse a un uso beneficioso.
Estas medidas ayudarán a los agricultores, ganaderos y municipios estadounidenses del valle del río Grande (río Bravo) en Texas, a obtener el agua que tanto necesitan y a reducir la escasez de agua en virtud del Tratado de Aguas de 1944. EU y México también se comprometieron a desarrollar un plan a largo plazo para cumplir de forma fiable con los requisitos del tratado y, al mismo tiempo, atender las deudas de agua pendientes, incluso por medio de transferencias mensuales adicionales y consultas periódicas sobre el suministro de agua que consideren las necesidades de los usuarios de Texas.
Dentro de dos meses, los representantes de ambas naciones evaluarán las condiciones hidrológicas y la pertinencia de las medidas adoptadas. Y en el mediano plazo, mantendrán reuniones periódicas con el propósito inmutable de garantizar entregas regulares y fiables de agua a los usuarios en Texas.
Efectos secundarios
ALTANEROS. La entrega de 72 basificaciones a médicos del ISSEMYM, encabezada por la gobernadora, Delfina Gómez, terminó en un aplausómetro que ganó, por apabullante mayoría, el dirigente del sindicato estatal de burócratas, Herminia Cahue Calderón, quien hizo esta excesiva demostración de popularidad con el auspicio de la tesorera estatal, María Trinidad Franco.
ALTERADOS. Voluntarios de Greenpeace México se reunieron en la Plaza de las Tres Culturas para proyectar los rostros de los multimillonarios que consideran los verdaderos responsables de la crisis climática. Esta protesta visual forma parte de las manifestaciones de los colectivos afiliados a Greenpeace en todo el mundo por los 100 primeros días de la administración Trump, focalizadas contra “la apropiación multimillonaria y corporativa de los derechos y libertades de las personas”. Otras sedes fueron el campo de golf de Trump en Escocia; el yate del consejero delegado de Meta, Mark Zuckerberg, en el Ártico: el puente Golden Gate de San Francisco y la sede de los Archivos Nacionales en Washington D.C.
MÁS DEL AUTOR:
Síguenos en