Saloncito Harajuku: En este lugar se transforman autoestimas

junio 11, 2025
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Por Kristel Reyes 

A sus 24 años Fernanda Miguel Torena Juárez es una emprendedora en la cultura de belleza alternativa, donde colores, fantasía y cortes en tendencia marcan una nueva línea en la ciudad.

Durante la pandemia por covid-19 Fernanda abrió su “Saloncito Harajuku”, que define como un refugio para la expresión libre y lugar donde el color, la autenticidad y la seguridad emocional se entrelazan con cada nuevo cabello que transforma.

Desde pequeña, Fernanda sintió fascinación por el cabello, sin saber que años más tarde convertiría ese juego en su proyecto de vida.

“Desde niña siempre me ha gustado jugar con el cabello; mi mamá siempre me decía que, cuando creciera, iba a tener mi propio salón y chalala… y yo así de: “ah, bueno”. Ya después empecé con el mundo del maquillaje, me gustó y de ahí me comenzó a llamar mucho la atención los colores y pintarme el cabello”.

Así, Fernanda comenzó su camino en el maquillaje, las uñas y la barbería cuando estalló la pandemia. Abrir su propio salón no fue fácil.

“Empecé desde cero y creo que iniciar en pandemia fue algo más difícil, pero gracias a eso se dio de una manera muy orgánica, yo inicié trabajando a domicilio, llevaba una cajita con todas mis cosas, de ahí salió el nombre de saloncito”, recuerda.

Cuando Fernanda se dio cuenta de que su círculo cercano o incluso ella no habían tenido una buena experiencia de atención o satisfacción en salones de belleza decidió emprender su propio negocio.

“Me decía… ‘ay, pues me gustaría tener un lugar donde te hicieran lo que tú quieras y que no te lo hicieras tú mismo, que fuera un lugar en el que confiaras’. 

“A partir de que mis amigos me decían que iban con ‘doña Juanita’, que les cortaba el cabello desde siempre y le pedían algo nuevo y no se lo hacían como querían, y terminaban con otro que no les gustaba, fue cuando me repetí: ‘Pues estaría chido hacer algo diferente’”.

Como una esponja que todo lo absorbe, Fernanda afiló su técnica de corte con el conocimiento que adquiría en cursos, videos en YouTube, experiencia en estéticas locales, talleres de colorimetría y una fuerte dosis de aprendizaje autodidacta en internet. 

“Quería hacer bien una sola cosa antes de expandirme a otras: el cabello; porque me permite crear, cambiar y comunicar lo que a mí y a mis clientes nos gusta” dice.

Confianza sin reparos

Lo que diferencia a Saloncito Harajuku de otras estéticas tradicionales no es sólo el tipo de corte o color que ofrece para sus clientes, sino la experiencia emocional que acompaña su servicio. Para Fernanda, el cabello carece de género y el salón tiene una sola visión: ofrecer un espacio distinto, inclusivo, libre de juicios y seguro para mujeres y personas LGTQ+.

“Quiero que las personas se sientan libres, sin miedo a ser juzgadas por cómo quieren verse. Muchas veces entramos a un salón bien y, después de las críticas por lo que te quieres hacer, sales de ahí con la autoestima super baja y aparte con algo que no querías. 

“Yo quiero romper con esos miedos de ir a un salón de belleza y de confiar ciegas en lo que te van a hacer”.

Los cortes alternativos que se realizan en el Saloncito Harajuku se inspiran justo en el distrito Harajuku de Japón, icono de moda y belleza donde se encuentran distintas subculturas urbanas alternativas.

“El nombre de Harajuku lo elegí porque es un nombre diferente y es fácil de recordar, ya después me di cuenta que no. Aparte Harajuku es un distrito en Japón que está enfocado en la rama a la que pertenece el estilo que hago, en ese distrito hay muchas subculturas urbanas como las harajuku girls, las Lolitas, las gyarus, góticas y visual case. Todas estas subculturas no se parecen en lo absoluto, pero todas son muy llamativas”.

Fernanda no sólo ejecuta técnicas profesionales, también se guía y aconseja de sus clientes, con el único fin de adaptar sus ideas a las características de su rostro, piel y cabello.

“Vienen conmigo con una referencia de internet y ya les digo: ‘Si te gusta, úsalo; si quieres que te dé una opinión, te la doy con base sobre lo que a ti te favorece según tú tipo de rostro, facciones, ojos, nariz, cráneo y cabello’, pero nunca para limitarlos”, afirma.

Fernanda también es parte de la comunidad LGTQ+ y por eso, dice, sabe lo importante que es sentirse cómodo en un lugar donde no sólo te cortan el cabello, sino que te escuchan, respetan tu identidad y celebran la autenticidad de cada individuo.

Paciencia en redes 

En redes sociales Fernanda ha construido una comunidad fiel, donde el principal atractivo está en su contenido.

“Me gusta subir lo que a mí me entretiene. Una vez un video se hizo superviral en TikTok y fue muy polémico: unos lo amaban, otros odiaban por completo el look que aparecía ahí. Cuando comenzaron las críticas me paralicé un poco, pero luego fue como el empujón que necesitaba para seguir con ese tipo de contenido que les gusta a mis seguidores”, dice.

Desde entonces ha estudiado la dinámica digital, analizando tendencias, planeando estrategias y monitoreando las estadísticas para saber cuándo es el mejor momento para compartir su contenido.

“Antes subía todo al instante, ahora sé que hay que pensar bien el contenido que quiero mostrar, porque se tiene que editar, ver cuando es el mejor momento para postearlo y como es que puedo conectar con mis seguidores”, explica.

Pese a manejar todo sola (agendar citas, creación de contenido, fotos y administración), Fernanda se mantiene firme en su constante crecimiento como emprendedora.

“Aprendí a tener paciencia, a no exigirme tanto, a darme tiempo para respirar y procesar lo que estaba haciendo”.

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