Rescate animal, una segunda oportunidad sobre ruedas

julio 28, 2025
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Por Ana Castañuela 

Daniel Martínez, conocido en redes sociales como El taxista de perros, describe su infancia como “solitaria y difícil”, pues su padre tuvo una severa adicción al consumo de drogas y su madre se veía obligada a trabajar todo el día para mantenerlo a él y a sus cuatro hermanos. A los nueve años el pequeño Daniel tuvo que mudarse a la casa de su abuela en una pequeña localidad de Saltillo. 

Ahí, cuenta, fue donde nació su amor por el cuidado de los animales, pues su infancia transcurrió rodeado de perros, chivas, gallinas, caballos, vacas y cochinos. 

Su abuela fue quien le inculcó a él y a sus hermanos el respeto por la vida de los seres sintientes. 

“Mi mamá tenía 22 años y cargaba con cinco hijos, y pues nos mandaron a vivir con mi abuela. Ella nos inculcó que a los animales no se les pega”. 

Desde entonces, Daniel ha dedicado la mayor parte de su vida a rescatar animalitos en situación de calle en la ciudad de Saltillo. 

Sin embargo, fue en 2023 cuando dio un giro su labor altruista. Se dio cuenta que en foros de redes sociales de rescate animal una de las quejas recurrentes era que los taxis de aplicación no permitían transportar a animales heridos.  

Así que su idea fue crear un “taxi para perros”; se trata de un servicio de transporte para mascotas y animales de la calle que necesitan ir a la veterinaria o a algún centro de rescate. 

“Veía publicaciones en Facebook y había muchos perritos accidentados, atropellados, o muchos que necesitaban a alguien para que los llevara a atender, y como los taxis no los quieren yo me lancé a llevarlos”, explica. 

Tras ofrecer este servicio de transporte perruno, sus redes sociales comenzaron a inundarse de mensajes para contratarlo. Daniel, a cambio, solicita bultos de croquetas para poder alimentar a los perros de la calle, así como dinero para esterilizarlos. 

Al principio Daniel usaba carros prestados para su labor altruista, pero con el tiempo pudo solventar un crédito para adquirir un vehículo propio: una motocicleta con una plataforma en la parte trasera que adaptó para poder llevar a los animales. 

El proyecto era todo un éxito, asegura, pues a diario transportaba de entre 15 a 20 perros. “Los llevaba a donde me mandaban las personas. A veces los entregaba al veterinario y los regresaba a sus casas”. 

A la par, Daniel comenzó la construcción de “Villa Fidencia”, un refugio ubicado en el municipio de General Cepeda que hasta el momento alberga a casi 40 perros rescatados que esperan a una familia que los quiera. 

“Ahorita, a mis 27 años, me propuse construirles una cabaña porque la mera verdad ya hay mucha sobrepoblación de perritos, y hay muchos que se están muriendo, y la gente es muy indiferente, por eso es un lugar muy amplio y apartado de la gente, de todo”, comenta. 

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Pese a que la gente se ha acercado a brindarle apoyo, denuncia que hay personas que han intentado aprovecharse de su labor: pues ha tenido casos en que le piden que reciba a un perrito a cambio de donarle un kilo de croquetas.  

“La gente me dice: ‘Oye, te llevo un perrito y yo te apoyo con alimento’, pero sólo te apoyan una vez, y estamos conscientes que ese perro se va a quedar años contigo”, lamenta. 

Un accidente le quitó el taxi 

Daniel explica que de lunes a miércoles se dedica al cuidado de su albergue junto a su abuela y su hermana, de jueves a domingo ofrece banquetes para eventos sociales, vende tamales y cuida a una persona de la tercera edad con el fin de sostener el centro de rescate y pagar sus deudas. 

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Pero lamenta que ya no cuenta con los ingresos del taxi para perros, pues hace unos meses perdió el vehículo durante un accidente automovilístico en la carretera a General Cepeda, precisamente cuando se dirigía a su albergue. 

El joven fue impactado por una camioneta y se volcó junto a su vehículo en un barranco, lo que lo dejó en una situación difícil: lastimado física y económicamente. Los gastos médicos fueron elevados y su mototaxi fue valuado como pérdida total. Pese a ello, aún debe pagar el crédito que sacó para el motocarro.

“La justicia se ha tardado conmigo porque ya va para un año del accidente y, aunque tengo pruebas de que la otra persona tuvo la culpa, los policías lo apoyaron y mi demanda no procedió. Además, han tratado de tomar represalias en mi contra”, denuncia.

Pese a las adversidades, Daniel mantiene el ánimo por el amor a los animales. Continúa rescatando perros en situación de calle o maltratados, y su refugio crece cada vez más. 

“Sigo con mi albergue y estoy aquí volviendo a crecer, volviendo a hacer mi vida como antes. Porque fueron tres meses que estuve parado y que no podía moverme”, platica. 

Daniel habla sobre su albergue animal: “Yo en un futuro lo veo como una villa, algo bien grande; de hecho, estamos cosechando elote y vamos a empezar a cosechar vegetales para la venta y manutención del lugar. Me gustaría que creciera mucho más y que pues que la gente se uniera, que la gente apoyara”. 

“Estoy bien consciente de que este proyecto en el que yo me metí es un proyecto del que no voy a echarme para atrás. Van a ser años lo que yo voy a estar atendiendo a estos perros, y van a seguir entrando y saliendo, y muchos van a morir conmigo”, finaliza. 

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