Por Lilia Cárdenas
El Grupo Monterrey “nunca ha dejado de acumular poder económico y político”, sostiene el narrador, poeta, ensayista, académico y analista político Abraham Nuncio Limón.
Explica que esta élite empresarial –cuyos predominio e influencia data del porfiriato– ha sabido acomodarse a los distintos gobiernos a lo largo de la historia: los posrevolucionarios, los tecnócratas y de derecha, y ahora los “progresistas”.
Nuncio puntualiza: “La globalización le permite establecer alianzas con inversionistas de otras partes del país, de Estados Unidos y de otras regiones del mundo, con lo cual se ha tornado más potente en su tesitura oligopólica, en lo económico; y oligárquica, en lo político”.
Y señala que ello ocurre “incluso con gobiernos progresistas, cuyo discurso y medidas llegan a cuestionar, como fue el de López Obrador y ahora el de Claudia Sheinbaum”.
Abraham Nuncio Limón (Monterrey, Nuevo León) sabe de lo que habla: con una carrera que abarca más de cinco décadas, se ha distinguido por su aguda mirada crítica sobre la relación entre el poder económico y el poder político en México. Es autor de libros clave como El PAN. Alternancia del poder o instrumento de la burguesía empresarial (1976), Fábulas del poder (1993), La sucesión presidencial en 1988 (1987) y El Grupo Monterrey (1982 y 2024). En la más reciente edición de este último, presentada tanto en la Feria Internacional del Libro de Coyoacán como en la Feria Internacional del Libro de Saltillo, actualiza su minucioso análisis sobre la dinastía empresarial que ha moldeado buena parte del destino económico y político del país.
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Universitario formado en Derecho (Universidad Autónoma de Coahuila), Literatura (Universidad Nacional Autónoma de México) y Filosofía (Universidad Autónoma de Nuevo León), Nuncio ha sido promotor cultural, docente y director de diversas publicaciones. Actualmente es colaborador del diario La Jornada.
En 2019 fue nombrado director de la Biblioteca Vasconcelos y actualmente dirige el Centro de Estudios Parlamentarios de la UANL. Su pensamiento, siempre incisivo, articula periodismo, filosofía y sociología con un compromiso profundo con la democracia y la justicia social.
Nuncio ha afirmado que “en México no hay una real separación entre el poder político y el poder económico”, señalando con rigor los mecanismos mediante los cuales unas cuantas familias empresariales han ejercido una influencia desproporcionada en el gobierno sobre el rumbo del país. Su trabajo, a medio camino entre la crónica y la investigación, es imprescindible para comprender las estructuras de poder que aún perduran en la vida pública nacional.
Con motivo de la nueva edición de El Grupo Monterrey, se presenta la siguiente entrevista a Nuncio, quien representa valores fundamentales no muy frecuentes en la vida intelectual del país: la coherencia ideológica y la ética política.
Airoso y fortalecido
–Han pasado más de 40 años desde la primera edición de El Grupo Monterrey. ¿Qué lo motivó a actualizar este libro en 2024?
–En 40 años, que son los que marcan al capitalismo contemporáneo en su modalidad denominada neoliberalismo, ciertamente el país ha cambiado y con él las prácticas de este régimen socioeconómico. El libro, pues, no es propiamente una reedición ni tampoco, con rigor, una simple actualización. Se trata más bien de analizar y recrear lo que ha representado el capitalismo en México, a partir de lo que es el grupo industrial de Monterrey, un grupo de contornos familiares asentado desde el siglo XIX en la ciudad de Monterrey, en el arco temporal de las últimas cuatro décadas.
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“El trabajo también intenta revalorar históricamente algunos episodios que complementan la visión de este grupo en el presente remontándose a sus orígenes y a su recorrido, que se inicia en el porfiriato, pasa por el conjunto de los gobiernos posrevolucionarios, desemboca en los gobiernos tecnócratas y de derecha de la política nacional y llega hasta nuestros días disfrutando, como dijo uno de los presentadores, de muy cabal salud”.
–¿Qué transformaciones ha observado en la estructura y el comportamiento del grupo empresarial desde los años ochenta hasta hoy?
–El llamado Grupo Monterrey, que para mí es sustancialmente el conjunto de consorcios conocidos en el mundo de los negocios por sus nombres comerciales (Alfa, Femsa, Vitro y Cydsa), en manos de las familias descendientes del tronco genealógico Garza Sada, desde luego ha registrado cambios internos, tanto en su estructura, como en su modus operandi. En su primera etapa, con la fundación de la Cervecería Cuauhtémoc y la Fundidora de Fierro y Acero Monterrey resultan beneficiados con la política económica del porfiriato. Chocan luego con las fuerzas revolucionarias y sus gobiernos, aunque no al grado de no encajar en el nuevo esquema jurídico y político que impone el triunfo del movimiento revolucionario iniciado en 1910, con la promulgación de la Constitución de 1917.
“Desde su colusión con Porfirio Díaz para eliminar de la contienda electoral a Madero queda sembrada una semilla de desencuentro que germina y se va a manifestar en pulsos frecuentes entre el nuevo régimen y las prácticas de los industriales de Monterrey enraizadas en el antiguo. Aquello que el nuevo pretende mejorar en las condiciones de los trabajadores, siempre encontrará su resistencia y sus alternativas. También en el terreno de la educación, las prácticas sociales y la gestión gubernamental.
“Se enfrentan a Cárdenas, López Mateos y Echeverría por su política o sus notas discursivas de izquierda. Por razones puramente materiales, también con López Portillo. Pero siempre resultará airoso y más fortalecido e igualmente cohesionado en cada enfrentamiento con los presidentes mexicanos.
“El neoliberalismo –de De la Madrid a Peña Nieto, pasando por los gobiernos panistas– será miel sobre hojuelas a pesar de las crisis por las que atraviesa el capitalismo mexicano subordinado al de carácter metropolitano, sobre todo el de Estados Unidos. Se amplía o se encoge, pero relativamente nunca deja de crecer”.
–¿Considera que el Grupo Monterrey ha perdido poder o simplemente ha mutado su forma de operar en el escenario político y económico nacional?
–Nunca ha dejado de acumular poder económico y político. La globalización le permite establecer alianzas con inversionistas de otras partes del país, de Estados Unidos y de otras regiones del mundo con lo cual se ha tornado más potente en su tesitura oligopólica, en lo económico, y oligárquica, en lo político. Incluso con gobiernos progresistas, cuyo discurso y medidas de gobierno llegan a cuestionar, como fue el de López Obrador y ahora el de Claudia Sheinbaum.
Aprovechar “ciertas coyunturas”
–En el libro sostiene que no hay una separación real entre el poder económico y el político en México. ¿Cómo se manifiesta hoy esa relación?
–Es absurdo pensar que en una sociedad capitalista pueda haber un gobierno que sea neutral en relación a las clases sociales y que no responda a la lógica dominante de mercado. Lo que pasa es que en ciertas coyunturas el gobierno adquiere una mayor autonomía que se debe, principalmente, a la existencia de movimientos sociales cuyas aspiraciones y demandas movilizan a sus protagonistas en apoyo a determinadas fuerzas políticas. Es entonces cuando, los representantes de la burguesía empresarial no logran sujetar cabalmente a quienes logran hacerse del poder político y sus gobiernos logran avanzar medidas que pueden resultar favorables a los intereses mayoritarios.
–¿Qué papel ha jugado el Grupo Monterrey en las reformas estructurales, especialmente en materia energética y fiscal?
–A juzgar por las opiniones del eje periodístico El Norte-Reforma, sus posiciones han sido las de restarle capacidad de gestión a las unidades energéticas de propiedad mayoritaria en manos del gobierno –como la CFE y Pemex– en favor de los privados. Claro fue su papel en torno a la reforma eléctrica, iniciativa de la presidencia de López Obrador, en concordancia con la oposición y otros grupos empresariales del país y del exterior que mantienen operaciones en México. Por lo que hace a los impuestos, siempre que pueden los evaden y, desde luego, se oponen a cualquier reforma fiscal que pueda distribuir más justamente la riqueza.
–¿Cómo ha sido la recepción de esta nueva edición en la FILCO y la FILC? ¿Hubo alguna reacción que le sorprendiera particularmente?
–El libro ha corrido con buena ventura, por lo menos en las presentaciones que ha tenido. No siempre los presentadores leen bien aquello que comentan. En el caso de El Grupo Monterrey, sus presentadores no sólo lo han leído, sino que han aportado sus propios puntos de vista en referencia a lo expuesto en sus páginas. En cuanto a sus audiencias, muy atentas y con preguntas pertinentes y precisas. Para el autor ambas dimensiones cuentan mucho y plena es su gratitud.
–¿Qué tipo de resistencia ha encontrado, si la ha habido, al exponer con tanta claridad los vínculos entre empresarios, políticos y medios de comunicación?
–A decir verdad, ninguna. Es una pena, pues las críticas a veces permiten repensar tus ideas y a veces, simplemente, refrendarlas.
Los dos hemisferios del Estado
–¿Podemos hablar hoy de una nueva generación de empresarios regiomontanos con otra ética o visión del país, o persiste el viejo modelo de cofradía familiar?
–No parece haber esa generación. Algunos abrigan esperanzas de cambio por la participación de los grandes grupos empresariales que están representados en el Comité Asesor Empresarial el Consejo Asesor de Desarrollo Económico Regional y Relocalización (CADERR) de la presidenta Claudia Sheinbaum. Uno de ellos fue, hasta su fallecimiento en marzo pasado, Armando Garza Sada, anterior presidente de Alfa y actualmente uno de sus consejeros.
“Alfa es uno de los consorcios del Grupo Monterrey. La experiencia señala que los empresarios regiomontanos colaboran con el gobierno cuando sus políticas benefician sus intereses y pasan a convertirse en una estruendosa oposición cuando sienten que los pueden afectar o ya los afectan.
“Mi hipótesis es que el Estado, en las sociedades capitalistas, es un binomio con dos hemisferios: el privado, que gestiona sus intereses económicos, y el público, que se ocupa, siempre de manera asimétrica, de los intereses de los estratos menores de la burguesía y de aquellos del universo laboral.
“Ahora, como lo he mencionado en alguna de las presentaciones del libro, eso se puede ver con toda claridad en el Estado de la Unión Americana: los intereses de la oligarquía adquieren la mayor prioridad en ese Estado, pues sus representantes son, a la vez, líderes orgánicos de la gran burguesía estadunidense”.
–¿Qué rol ha jugado la prensa en documentar o contrarrestar el poder de estos grupos?
–Los grandes medios, prensa, radio, televisión, algunas redes sociales, que son propiedad de empresarios vinculados a los grupos empresariales del país nada hacen, por supuesto, para equilibrar o atenuar su poder económico; al contrario, como se vio en el sexenio pasado y en cierta medida en el actual, su información y editoriales se sitúan en el territorio de la oposición política. Claro, aquellos medios que han logrado un margen de independencia suficiente, en virtud de su composición financiera, tienden a restar capacidad ideológica y cultural a esos otros medios que favorecen los intereses del hemisferio privado del Estado.
“Todo lo determina el dinero en el que nos rige, y sólo el financiamiento público hace posible que existan y cobren peso medios que sostienen un periodismo crítico basado en la investigación y el rigor y la honestidad intelectuales”.
–¿Qué mensaje espera dejar a las nuevas generaciones con esta obra reeditada? ¿Es un libro para indignarse, comprender o actuar?
–Aquí siempre hay que remitirse a la imagen del mensaje en la botella lanzada al mar, como decía Cortázar, esperando que sus posibles receptores, en primer lugar, se sienten interesados por lo que el autor expone y, enseguida, que puedan compartir sus opiniones y acaso llevarlas a la práctica.
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