Los zapatos de AMLO

marzo 25, 2024
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Andrés Manuel López Obrador.
FOTOGRAFÍA: FB ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR

Por Alejandro Páez Varela

El martes pasado, la encuesta de Reforma reveló que Claudia Sheinbaum y Andrés Manuel López Obrador crecieron durante los últimos dos meses y medio. La candidata de la izquierda mantuvo su avance hasta alcanzar su mejor nivel en esa medición, mientras que el Presidente disparó sus índices de popularidad once puntos. Los mensajes son clarísimos para quien los quiera recibir. Y no todos querrán hacerlo.

El mensaje más directo es para Claudio X. González y Max Cortázar: los mexicanos no se compran ya la guerra sucia como en el pasado. Lástima por ellos porque eso, guerra sucia, era lo único que realmente sabían hacer. Lo demás que traen a su cargo, la campaña de Xóchitl Gálvez, es un fiasco. Sobredimensionaron el poder del discurso de odio que refinó Felipe Calderón. Los hashtags que impulsa Claudio todos los días, donde acusa al Presidente de narco, simplemente no resultaron y es posible que todo lo contrario, es decir, que hayan ayudado a mejorar la imagen tanto de Claudia como de López Obrador. Once puntos de crecimiento en AMLO es mucho y debería dejar lecciones.

Una buena parte del avance en la aprobación presidencial podría estar vinculado a los ataques porque no hay otro evento (en 75 días, aproximadamente) al que pueda atribuirse el despegue; y otra parte, creo, es en reacción al activismo de Ricardo Salinas Pliego, también de las últimas semanas. De ser así, su causa, no pagar impuestos, ha perdido dramáticamente. Sus televisoras, que día y noche atacan al Gobierno de México, se exhiben: campañas que toman, campañas que pierden; la anterior fue la de los libros de texto. No pasó nada. Lo mismo sucede con la toma de X, antes Twitter, el Disneylandia de las derechas. Esa red ya no tienen el poder que tenían sobre México; los bots han logrado todo lo contrario: yo, por ejemplo, rara vez me tomo en serio algo que se difunde allí. Pero se niegan a entenderlo así.

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Y más. Lo mismo le ha pasado a The New York Times y a ProPublica. Le compraron la agenda a la DEA y publicaron reportajes contra López Obrador de eventos que supuestamente sucedieron 20 años antes. En dos décadas no pudieron conseguir un documento, una sola prueba. Dos décadas para sacar un reportaje que cita fuentes anónimas. ¿Cómo se explica eso? Se explica en el odio que le tienen al líder de izquierda, pero no justifica que lo hayan hecho. Las consecuencias para ambos medios (y para la DEA) son más profundas de lo que podrían aceptar. Es el descrédito. Las tres instituciones (The New York Times, ProPublica y DEA) viven de la credibilidad. Lo que sus reportajes generaron fue un fuerte cierre de filas en torno al Presidente de México. Once puntos de avance en la encuesta de ellos, a la que solían creerle, es mucho e ilustra todo. Al menos deberían preguntarse qué sucederá cuando publiquen el próximo ataque; el nivel de escepticismo que generarán, el descreimiento. Y yo estoy convencido que, como en el ataque de NYT al Embajador Ken Salazar (recomiendo releer ese reportaje vergonzoso), Claudio X. González tiene algo o mucho que ver.

Y el impacto que tiene la encuesta en Xóchitl Gálvez es brutal. Híjole. Queda al menos como mentirosa. Ha dicho que tiene encuestas donde está empatada con Claudia Sheinbaum, pero no las muestra; dice que muchos medios están recibiendo presión del Gobierno para no publicar las mediciones que le favorecen, y no ha podido dar un solo ejemplo. Desde el slogan mismo: apenas arrancó la campaña dijo que “todo México tiene miedo”. Ella misma brinca y baila cada vez que tiene oportunidad, y vive con sonrisa de boca abierta. ¿Eso es tener miedo? En todo caso, su lenguaje corporal refleja algo que la distingue: la falta de congruencia.

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La encuesta de Reforma es importante porque, aunque otras confirman la dramática derrota del PRIAN, esa les habla al oído. Si escuchan o no es otro tema. Deberían aprender su lección, pero no lo harán.

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El margen que le otorgan las encuestas debe servir a Claudia Sheinbaum para concentrarse en frentes de trabajo, obvio, sin descuidar su campaña. Uno urgente es Morena, el músculo electoral del movimiento: ¿qué tipo de partido quiere? ¿Qué va a dejar? Pronto deberá despedirse y concentrarse en gobernar para todos. Le queda poco tiempo para entrarle a ese gigante que ha crecido desordenado y puede convertirse en un riesgo. Pero el movimiento es, sin más, la base, su gente, los que saldrán a defenderla. Así que amerita tenerlo siempre bien aceitado y listo.

Un segundo frente es su proyecto de Nación, cuyas variables –me quedó claro cuando le escuché el proyecto para Pemex la semana pasada– también las trae en control. Digamos que el diagnóstico de lo macro está resuelto: seguridad, economía, medio ambiente, justicia, corrupción, impunidad, etcétera. En lo micro me gustaría ver más. Por ejemplo, verla a nivel piso frente a individuos con historias difíciles, crudas, sobre las que se puede aprender. Madres y padres que han perdido a una hija, un hijo, cuyas historias son tremendas, pero no es por la historia, necesariamente, sino porque ilustran en dónde falló el Estado –las fiscalías, los jueces, los policías, las áreas de atención ciudadana– y dónde se debe actuar con velocidad. Siempre he reclamado que, en el caso de Ciudad Juarez al menos, no se necesitaban las tanquetas y balazos de Calderón, sino un poco de cariño para la comunidad: focos y transporte para las obreras que cubren tres turnos; guarderías y escuelas y maestros para los que ellas tuvieron que dejar en casa cuando la maquila las contrató en masa. Etcétera.

Y el cuarto frente es todavía más de fondo. Es identificar en dónde, para López Obrador, fue picar piedra con pala de madera. Amerita razonar profundamente los sectores empresarial y mediático. A López Obrador le tocó confrontarlos, pero quizás ella esté en mejores condiciones para profesionalizar la relación. Obvio, el desaguisado no fue generalizado y hubo donde tocó en blandito. ¿Se puede mejorar? Cualquier empresario medianamente inteligente entenderá, si está anclado en México, que no puede mantenerse en guerra sólo porque odia a la izquierda, a menos de que tenga una doble agenda como Ricardo Salinas Pliego; su caso es excepcional; no es la regla. No quiere pagar impuestos y punto. Está en su derecho de recurrir al Poder Judicial pero no a comprar la justicia. Como digo, es cosa aparte. No representa al resto del empresariado como tampoco sus cómicos, comentaristas y periodistas representan –a Dios gracias– al gremio.

¿Qué relación puede buscar Claudia con ambos sectores? Una muy profesional. Nunca podrá lograrlo con Claudio X. González, padre e hijo, e incluso con parte de la élite empresarial que ellos dos comandan; esa es agua que pasó bajo el puente desde hace un cuarto de siglo. El junior lleva ya un mes y medio acusando a Claudia y a Andrés Manuel de narcotraficantes. La relación está marcada y me parece que con Coparmex pasa lo mismo: financia campañas, muchas y por distintas vías, contra el Presidente y contra ella. Pero, como digo, no es con todos los empresarios ni con todos los sindicatos patronales. Sheinbaum puede encontrar la manera de mantener un diálogo multidimensional y permanente con ellos, porque además López Obrador deja una economía poderosa y una ortodoxia en el manejo de las variables económicas que facilitan el acercamiento.

En el caso de la prensa, híjole. Aunque no hay fórmulas, puede empezar por dar claridad al manejo de los recursos públicos en publicidad oficial. Eso sería dar un paso en positivo. Y luego esperar a que los medios respondan con profesionalismo. Al mismo tiempo, creo, se debe pensar en un sistema informativo del Gobierno de la República que sea realmente efectivo. No sé si valga la pena pensar en un Notimex, pero sí en algo que lo sustituya; el fracaso de la agencia debe dejar lecciones. Y bueno, “La mañanera” –que creo que la debe conservar–; debería ser apenas una parte de la comunicación social y no todo, como sucedió en estos años. Y tener un formato diversificado, con Claudia a la cabeza, por supuesto, pero no solamente ella.

En fin. No es que el equipo de Claudia se deba relajar por los números de las encuestas; todo lo contrario. Pero casi un mes después de iniciada la contienda y con una precampaña tan larga donde Jorge Álvarez se desinfló y Xóchitl Gálvez va de fracaso en fracaso, sí deben empezar a pensar en que el futuro es inminente y llenar los zapatos de AMLO será una tarea de titanes.

Algo que he dicho en el pasado: al finalizar la Revolución de 1910, el país estaba básicamente en manos de caudillos. La tarea del Maximato y luego de Lázaro Cárdenas fue sustituir caudillos por instituciones; desde organizar dependencias públicas hasta a campesinos y obreros. AMLO fue un líder fuerte; Claudia, por los números, también arrancará con un alto bono democrático y político. Pero le convendría tener bien afinadas las instituciones clave para el periodo que viene, que es de consolidación y fortalecimiento del Estado de Derecho. Un sistema anticorrupción real, un Poder Judicial validado y moderno, una Fiscalía eficiente y poderosa agregarán márgenes de maniobra a su mandato. Son solo ejemplos.

Cuando Lázaro Cárdenas inició su mandato, sabía que tendría que enfrentarse a estructuras políticas y en particular la de Plutarco Elías Calles. Pronto aprendió que ese no era su verdadero reto, sino la oligarquía, que se había acomodado y no aceptaba soltar sectores estratégicos. Los núcleos empresariales son duros. Conviene medirlos y tenerlos a raya; jalarlos a trabajar en bien del país y enseñarlos a compartir los beneficios con las mayorías.

La encuesta de Reforma debería decirle a la oposición que está en la lona. Pero no lo aceptará. De inmediato empezó a descalificarla. Su único método para enfrentar su realidad ha sido por medio de la descalificación, la mentira y las campañas de odio. Y así seguirá. Al equipo que se prepara para el triunfo, el de Claudia, le dice menos cosas esa encuesta, porque otras, que también son descalificadas por Gálvez y su gente, confirman ese mismo dato desde hace semanas. Por eso digo que es tiempo de tener un ojo en la elección y otro fijo en el día después. Porque el tiempo vuela y las tareas que esperan son muchas.

SinEmbargo

MÁS DEL AUTOR:

Alejandro Páez Varela

Periodista, escritor. Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx

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