Por Alejandro Páez Varela
1. En busca de datos
Steven Erlanger, periodista estadounidense que cubrió la Revolución de Irán y las relaciones de la República Islámica con la región y el mundo, recuerda cuando en julio de 1988, ante el sombrío panorama en la guerra con Irak –país respaldado por Estados Unidos–, el Ayatolá Ruhollah Jomeini aceptó a regañadientes un alto al fuego.
“Es como beber de un cáliz envenenado”, dijo a los iraníes.
Su sucesor como líder supremo, el Ayatolá Alí Jamenei, ahora enfrenta una decisión similar. Erlanger agrega en un texto publicado en The New York Times: “Sin embargo, tras haber liderado el país desde 1989 y haberlo reconstruido como una potencia regional y nuclear, no está claro que vaya a tomar la misma decisión. A sus 86 años, con gran parte de la obra de su vida en ruinas a su alrededor, podría preferir el martirio a la rendición que le exigen el Presidente Donald Trump y el Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu”.
La primera respuesta de Irán tiene lógica. Este domingo disparó una ronda de misiles a Israel y luego dijo que está decidido “a defender el territorio, la soberanía, la seguridad y el pueblo de Irán con todas las fuerzas y medios posibles contra la agresión criminal de Estados Unidos”.
¿Y qué sigue? No está claro. Estamos a las puertas de lo desconocido. Muchas analistas apostaban a que Washington evitaría una nueva guerra y aquí estamos, en una nueva guerra. Periodistas de los principales medios occidentales buscan pistas en los analistas y los analistas buscan datos frescos hasta en el rostro de Trump.
Sanam Vakil, directora del Programa para Oriente Medio y el Norte de África de Chatham House –un centro de estudios con sede en Londres–, dijo ayer que Irán tiene diversas respuestas si así lo desea. O la resistencia, o la moderación. Jamenei podría salirse del Tratado de No Proliferación Nuclear y expulsar a los inspectores nucleares de la ONU; podría atacar las bases estadounidenses en la región y sus buques en el Mar Rojo.
Los ataques estadounidenses no alcanzaron objetivos políticos (edificios administrativos, por ejemplo) ni bases militares, como una manera de decir que no hay una guerra abierta. Pero esta analista dice que el Ayatolá Jamenei desconfía en Trump, como casi cualquiera de nosotros en el resto del mundo. Allí radica la primera gran traba para alcanzar un acuerdo. Y es una pena, porque en una guerra mueren inocentes. El ejemplo no está lejos de Teherán y se llama Gaza. Cuando el odio conduce las guerras se vuelven operaciones de exterminio. Lo último que Teherán querrá es el exterminio de los iraníes, herederos de los persas. O al menos eso creo yo.
Irán tiene la opción de cerrar el Estrecho de Ormuz para disparar los precios del petróleo; puede atacar la infraestructura energética de los Estados del Golfo, como hizo en 2019, y atacar intereses israelíes y estadounidenses en el mundo. El abanico de respuestas es amplio. Steven Erlanger afirma: “Irán sabe que no puede ganar esta guerra, pero quiere asegurarse de que Estados Unidos e Israel también la pierdan”.
¿Puede sostenerse el Ayatolá Alí Jamenei al frente de Irán? Eso está por verse. Pero de todos los involucrados en este nuevo capítulo de Medio Oriente parece ser el más resistente en el tiempo, a pesar de las múltiples adversidades.
2. El triunfo de Netanyahu
El mundo escuchó a Donald Trump el sábado por la noche tratando de explicar qué había pasado en Irán horas antes, pero la mayoría deseaba saber lo que realmente había pasado a través de algún gesto, algún dato suelto, alguna pista durante su elocución desde la Casa Blanca. Nada. No hubo tal. La misma basura de siempre: halagos para sí mismo y elogios para el ejército de Estados Unidos, etc.
“Hemos completado nuestro exitoso ataque contra las tres instalaciones nucleares en Irán, incluyendo Fordow, Natanz e Isfahán. Todos los aviones se encuentran ahora fuera del espacio aéreo iraní. Se lanzó una carga completa de bombas sobre la instalación principal, Fordow. Todos los aviones están de regreso a casa sanos y salvos”, dijo.
Lo oficial es que Estados Unidos está en guerra; que Netanyahu convenció a Trump con argumentos que lleva décadas esgrimiendo contra Irán. Desde el siglo pasado afirma que científicos iraníes están por terminar una bomba nuclear, pero nunca ha ofrecido una sola prueba.
CNN hizo una compilación de las veces que el Primer Ministro israelí ha dicho en Estados Unidos y ante la ONU que la bomba está casi lista. Lo dijo en octubre de 1996, en septiembre de 2002, en septiembre 2012, en marzo de 2015, en octubre de 2015, en junio de 2025. Nadie tiene un sólo dato, ni uno solo, de que Irán realmente estuviera enriqueciendo uranio con fines bélicos y no energéticos, a los que legalmente tiene derecho. Nadie.
Irán, además, ha sido llevado de engaño en engaño. Cuando Israel inició los ataques contra Irán, se suponía que Estados Unidos servía como garante de las conversaciones de paz que llevaban ya semanas. Lo que Washington hacía era distraer a Teherán, porque conocía el ataque que se preparaba.
Luego vino el bombardeo a las tres instalaciones, el sábado pasado. Otros engaño. Bombarderos B-2 volaron desde Misuri, mientras que otro grupo de B-2 voló hacia el oeste, sobre el Pacífico, para desviar la atención de Irán.
Y después, Washington dijo que envió mensajes a Teherán para retomar las conversaciones de paz y se dijo asombrado de que el Ministro de Asuntos Exteriores iraní, Abbas Araghchi, expresara dudas sobre las perspectivas a corto plazo de una solución diplomática.
¿Cómo no iba a expresar dudas? Tenía derecho de expresar al menos dudas. ¿O no?
3. El mito de la bomba nuclear
Las encuestas dicen dos cosas: que en los últimos días Trump ha perdido apoyo de los votantes y sigue en números rojos, y que la mayoría de los estadounidenses se opone a una guerra contra Irán. Trump, entonces, no tomó en cuenta ni a la gente y ni al Congreso. Simplemente entró a la guerra de Israel.
Entrevistado por David Remnick, un veterano editor de The New Yorker, Karim Sadjadpour, académico del Carnegie Endowment for International Peace y exanalista del Crisis Group en Teherán, dijo: “Esto no tiene precedentes: lanzar una bomba de 14 mil kilos. Cualquiera que haya observado las últimas dos décadas de la historia en Oriente Medio se lo pensaría dos veces antes de lanzar un ataque así. Habría que anticiparse, y no hay pruebas de que el Presidente lo haya hecho. Su tuit y sus comentarios públicos han dado la impresión de que este es el fin de la guerra y el comienzo de la paz, pero sospecho que los iraníes piensan diferente. Tienen un programa en el que han gastado cientos de miles de millones de dólares. El régimen —quizás no el pueblo, sino el régimen— se enorgullece de ello y ahora está destruido. Ninguna dictadura quiere verse emasculada y humillada ante su propio pueblo”.
En su extenso texto en The New Yorker, Remnick dice que en las últimas dos semanas, “la inteligencia israelí y los pilotos de bombarderos han aniquilado a gran parte de las altas esferas del sistema de seguridad iraní, junto con los principales científicos nucleares del país. Sin embargo, el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica sigue en pie y, según numerosos análisis, es probable que llene cualquier vacío de poder, al menos a corto plazo”.
“¿Presentarán alguna vez israelíes o estadounidenses pruebas contundentes sobre la amenaza nuclear iraní y su cronología?”, se pregunta.
Porque, dice, no es la primera vez que Netanyahu afirma que la amenaza es inminente y actúa en consecuencia, “sin embargo no proporciona al público pruebas claras de que Irán estuviera cerca de obtener un arma nuclear. Trump tampoco lo hizo. Israel y Estados Unidos han hecho retroceder el programa nuclear iraní como nunca antes. Y, sin embargo, si este régimen sobrevive, bien podría hacer un esfuerzo secreto en el futuro para producir u obtener un arma atómica como medida de disuasión contra una repetición de los ataques que acaban de tener lugar”.
Para legitimar sus ataques en Oriente Medio, Estados Unidos cita palabras como “democracia”, “libertad” y “dictaduras”. Le gusta recordar que Jamenei tiene 86 años; ha estado al frente de Irán desde 1989 y es “uno de los dictadores con más años en el poder en el mundo”. Pero Netanyahu lleva como Primer Ministro de Israel desde 2022 y ocupó el mismo cargo de 1996 a 1999 y de 2009 a 2021. Es decir, es el Primer Ministro con más tiempo en el cargo en la historia de Israel: 17 años.
Trump necesita justificar ante los estadounidenses los ataques a Irán: ¿tiene pruebas contundentes sobre la amenaza nuclear iraní? La pregunta parece quedarse flotando en el éter.
Trump se hizo de la Presidencia prometiendo que no habría guerras y que resolvería Gaza y Ucrania. Pero no resolvió ni uno ni otro y ahora está metido en una nueva guerra contra un país resistente que ha visto qué sucede cuando Estados Unidos se involucra en su política interna para imponer dictadores. No huele bien el desenlace de Trump en el tema iraní. Afuera y adentro las tiene complicadas, pero además ya hizo lo que nadie quería hacer: abrazó a Netanyahu, el padre del genocidio en Gaza.
Si Trump hubiera querido, presiona a Netanyahu para que deje el Gobierno a cambio de inmunidad por el genocidio de Gaza. No quiso. O no pudo. Hizo todo lo contrario.
Ahora Trump está con el lodo hasta las rodillas. Lodo con sangre. Y Netanyahu bien: se ha perdido el foco en Gaza y ahora el mundo ve hacia Irán, donde se le ha cumplido un sueño largamente añorado.
4. ¿Quién caerá primero?
La suma de errores cometidos por Trump sugiere que debería ser enjuiciado antes de terminar su periodo, y quizás sus enemigos adentro de su país están esperando a que se debilite más. El ataque a los migrantes y los aranceles han convertido la economía de Estados Unidos en arenas movedizas. El dólar pierde fuerza a diario, la deuda crece y los proyectos para reactivar la economía son motivo de burlas hasta de los más renombrados analistas. La incertidumbre es mucha y contamina al resto del mundo.
En cambio, el Israel de Netanyahu está feliz. “Misiles balísticos iraníes caen sobre Tel Aviv y Haifa. El principal aeropuerto de Israel está cerrado. Gran parte de la fuerza laboral entra y sale de refugios antiaéreos. Para la mayoría de los países, un escenario de guerra como este provocaría la huida de los inversionistas y el desplome de los mercados. Sin embargo, está ocurriendo lo contrario. Los mercados israelíes se mantienen boyantes, superando al resto del mundo […]. ¿Qué está pasando?”, dice un texto de The Wall Street Journal.
En parte, agrega, esto se explica por la familiaridad de los inversionistas locales con la guerra. Pero los mercados también están mostrando una renovada confianza en la postura y la estrategia de Israel, y la decisión de Trump de atacar las instalaciones nucleares de Irán no ha hecho más que reforzar esa percepción.
“De hecho, a pesar de la movilización masiva de reservistas y los combates en varios frentes, la economía israelí se ha mantenido notablemente resiliente desde que comenzó la guerra de Gaza hace casi dos años. La economía sigue creciendo y el desempleo se mantiene cerca de mínimos de varias décadas, en torno al 3 por ciento, aunque esta cifra refleja en parte una reciente crisis en la oferta laboral tras la salida de trabajadores extranjeros y la revocación de los permisos de trabajo de muchos palestinos. El déficit presupuestario se ha ampliado con respecto a los niveles anteriores a la guerra, pero en general la economía se mantiene”.
Pero Trump tiene un panorama distinto. Estados Unidos se hunde. La incertidumbre se apropia de los mercados y al mismo tiempo, nuevas oleadas de protestas se levantan en distintos frentes dentro de su propio país. ¿Es suficiente para derrocarlo? No creo. Pero una resistencia se organiza y crece. Veamos cómo ven los estadounidenses el bombardeo a Irán; veamos las encuestas en unos días, pero creo que Trump está metido en uno de sus laberintos personales: amenaza, pega y luego corre.
En este punto, cualquiera puede preguntarse quién durará más en el cargo: Jamenei, Netanyahu o Trump. Así como así, al que veo más firme es a Netanyahu, un fascista que antes de Gaza estaba en el suelo y que ahora tiene el apoyo mayoritario de los israelitas. Trump camina sobre una cuerda que se afloja a diario y no creo que su situación vaya a mejorar.
Y no es que vea muy firme a Jamenei; lo que deduzco es a partir de la historia reciente, que nos dice que primero caen los enemigos de la República Islámica que el Ayatolá. No digo que sea inalcanzable porque mandarle un misil es una opción real, lo tienen bien ubicado. Pero sería prenderle fuego a toda la región. Simple: matan al Ayatolá, arde Oriente Medio. Y arde Occidente, porque los deseos de venganza se extenderán por décadas. Un mundo peor se avecina si es que está en sus planes matarlo.
Curioso: el más desechable aquí de la triada es Trump. Curioso porque es el más arrogante, presumido, soberbio, altanero, insolente, engreído y petulante de los tres.
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