Fernanda Chávez, la percusionista redefine el ritmo con su propia historia

junio 23, 2025
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EL COAHUILENSE

Por Kristel Reyes

“Ella será pianista”, decía su padre. Pero Fernanda eligió “golpear” para hacerse oír. Fue así como esta joven de 23 años se convirtió en la primera percusionista de Coahuila. 

Egresada de la Licenciatura de Música, con Acentuación en Percusiones por la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC), Fernanda Chávez Evans comparte que efectivamente su relación con la música se inicia desde muy pequeñita con clases de piano.

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Sin embargo, cuando veía tocar al grupo musical de su padre, lo que más le llamó la atención era la batería. Ahí, dice, sintió el primer flechazo con las percusiones. 

Después, “cuando fui a un recital de música que presentaron en la escuela fue como descubrir un mundo nuevo, dije: ‘Wow, ¿qué es todo esto?’ Son muchas cosas, está muy interesante, es muy emocionante, divertido y a partir de ahí decidí que quería ser percusionista”.

Fernanda explica que su relación con la música va más allá del sonido; habla sobre una conexión emocional. “Es algo que hay dentro de cada uno de nosotros como seres humanos”.

“Cuando escucho música siento que regreso a algún lugar al que pertenezco, es como regresar a un espacio donde ya había estado y me hace sentir como en casa.

“Es muy difícil asociar un solo sentimiento con la música, el sentimiento dependerá de lo que estés escuchando. La música te regresa a ti misma y te sitúa en tu presente”, menciona.

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Sobre esta conexión especial, Fernanda agrega: “Mi cuerpo es mi primer instrumento, éste es el instrumento del ritmo, el ritmo es lo que maneja al títere, ósea a mí, y después utilizo el instrumento que es la percusión para crear. 

“Por ejemplo, en la marimba el movimiento corporal lo es todo y hay que conectar, tener conciencia rítmica, vista periférica, ser consciente de cada músculo, de tu energía y tu postura para que todo fluya”.

Superar ambientes tóxicos 

Ser percusionista implica mucho más que golpear un instrumento, es afinar el oído, dominar la técnica y sobre todo comprometerse con una rutina que exigen constancia, entrega y paciencia, explica Fernanda.

“Antes estaba muy desconectada de mi cuerpo, estaba rígida, cohibida, sin flexibilidad y con el tiempo comencé a hacer ejercicio y a ponerle atención a mi cuerpo y conectarme con él. 

“Hay ocasiones en las que estoy tocando y mi mente ya tiene la información y le digo a mi cuerpo ‘muéstrame como puedo hacerlo’, y cuál es la mejor forma en la que me voy a poder mover para tener más expresión con esta melodía”.

Su formación académica no ha estado exenta del contexto actual, pues en una facultad donde históricamente la percusión ha sido un terreno ocupado casi en su totalidad por hombres, Fernanda se ha enfrentado a dudas, comparaciones y prejuicios que aún existen dentro de la universidad.

La disciplina y la resistencia son clave para cumplir el compromiso sobre hasta dónde se quiere llegar. Esas son las bases del trabajo, y no la comparación o la necesidad de aprobación, considera. 

“Sí existen ambientes tóxicos que te pueden llegar a desilusionar, e incluso a quedarte a la mitad de camino. Al ser una carrera muy larga debemos de aprender a ver las cosas desde los ojos que más nos conviene”, explica Fernanda.

“Ha habido comentarios o comparaciones que buscan generar competencia entre mujeres. Pero para mí ver a otras mujeres percusionistas me inspira; no lo veo como rivalidad, al contrario, es una manera de confirmar que si se puede llegar muy lejos.

“Hubo momentos donde me cuestioné si realmente pertenecía a este lugar por no tener las herramientas ni la inteligencia emocional necesaria, por así decirlo. Pero también hubo maestros y compañeras que confiaron en mí, que me inspiraron a seguir adelante y con el tiempo entendí que yo también merezco estar aquí”.

Abrirse paso

Aunque Fernanda ha forjado su propio camino con esfuerzo y dedicación, reconoce que durante su formación ha encontrado figuras que directa o indirectamente le han mostrado su potencial dentro y fuera del escenario.

“Mi maestro Gustavo Alonso Ramos Mancha es de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Nuevo León, me ha apoyado e inspirado a seguir en el camino de la música. 

“Además, una de mis artistas favoritas es Keiko Abe, una marimbista intérprete que llevó la marimba de ser un instrumento folklórico a uno de concierto”.

Hace unos días, Chávez Evans participó en su recital de titulación, un concierto que represento el cierre de su formación académica y el inicio de una nueva etapa. En el programa incluyó la marimba y piezas en solitario que surgieron de su inspiración hacia Wendy Palomeque, percusionista mexicana.

“En mi repertorio incluí una pieza medio controversial para que se den cuenta de la apertura de la mente, para que se den cuenta que el mundo, las cosas y la música avanza, se transforma y tiene que innovarse. 

“Lo que quiero es que a partir de esto la gente de Saltillo conozca la percusión, y tal como a mí me paso quiero que se sorprendan, se den cuenta que hay cosas nuevas y que están aquí en Saltillo”, menciona.

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