Por Alejandro Páez Varela
1. “Don Ricardo” y las razones de Luis XVI
Thomas Piketty, uno entre el puñado de notables economistas contemporáneos, plantea que la lucha contra la desigualdad se acompaña de otras luchas populares: la que busca mayor conciencia democrática; la que da la batalla constante por más derechos civiles; la que impulsa una mayor participación ciudadana y la lucha por el rescate de la palabra dignidad.
Piketti es optimista. Piensa que las sociedades modernas trabajan y seguirán trabajado para acabar con la desigualdad que aqueja al mundo. Así lo plantea en su más reciente libro. Claro que nada es suficiente y todavía hay resistencias. Sin embargo, hoy existe una mayor conciencia (y coincido) de que si bien en el largo plazo podremos estar muertos (diría John Maynard Keynes), en el mediano y en el corto, al menos, podemos trabajar contra el puñado que aún piensa que el justo reparto de las ganancias es una necedad. Y uno de esos es el empresario mexicano Ricardo Salinas Pliego.
Siempre me ha llamado la atención el manejo de su imagen. Ya he escrito en el pasado sobre eso. Me conquista (sí: conquista) que las fotos y videos que comparte “Don Ricardo” (así se hace llamar) sobre él mismo sean mayoritariamente cuando está de vacaciones. ¿Qué dicen él y su subconsciente con esas fotos o esos videos? Que él disfruta de muchas vacaciones al mes o a la semana, lo cual está muy bien. El problema es cuando lo lleva a otros escenarios. Él se hizo de fama internacional cuando, en medio de la pandemia de COVID, forzaba a sus empleados a desplazarse y presentarse físicamente en sus puestos de trabajo. Entonces sus videos y fotos mandan un mensaje muy peculiar (sea él consciente o no): desde una ventana del balcón le da mordidas a la cola de una langosta mientras todos los demás tienen hambre; de ayer o de hoy, pero hambre. Por eso se entiende que muchos ciudadanos, activos en redes sociales, le exijan que pague sus impuestos y le desean mal a sus empresas. A esa base social la perdió hace mucho tiempo, aún cuando tiene una de las dos poderosas cadenas privada de televisión. No creo que a millones que viven al día se les haga muy gracioso que ese individuo que no paga impuestos muerda colas de langosta en su cara. Creo que desde la Revolución francesa se entiende que esas provocaciones tienen consecuencias. Cosa de preguntarle a Luis XVI cinco minutos antes de la guillotina.
Defiendo el derecho que tienen muchos (yo creo que deben ser millones) a considerar a Salinas Pliego un tipo antipático y usurero. Y “Don Ricardo” no debería sentirse mal: ha trabajado arduamente en ello. Por otro lado, no defiendo a los que desean la quiebra de sus empresas; no están bien. Yo creo que el conglomerado Grupo Salinas tiene mucho dinero para abogados, pero hace tiempo que perdió la inteligencia, empresarial y emocional, para conservar su negocio. Pero debe sobrevivir. Esas empresas pueden irse a la quiebra, pero no desaparecer, aún con un empresario negligente.
El Estado tendrá que intervenir cuando se declaren en quiebra, pero no debe caer en la tentación de estatizarlas –o esa es mi opinión– porque sería un rescate; creo que debe garantizar que no se pierdan los empleos y que nuevos empresarios más responsables las administren. Y la administración pública debe aprovechar para repartir parte de esas empresas entre los mismos empleados; acciones sin voto, si quiere, pero que les permitan cobrar algo de la renta.
El corporativo maneja carteras vencidas y carteras sanas (Elektra, Banco Azteca) y tiene medios de penetración masiva (Total Play, TV Azteca). Merecen mantenerse de pie. Por las empresas y por los empleados, y porque, además, salvo una porción menor, casi todas dependen de concesiones del Estado.
Después de que la Revolución francesa le dijo a la humanidad que acabar con los privilegios de la aristocracia no sólo era posible sino necesario, vinieron las luchas por la expansión de derechos: el derecho a que la tasa de impuestos sea gradual y no paguen sólo los que están abajo; el derecho a votar por quien se nos pegue la gana; el derecho a la libertad, incluso corporal, etcétera. Y esas luchas fueron luchas obreras. Y uno de los derechos más unificadores entre los trabajadores es el que se refiere al descanso.
Lo digo porque algunos creen que Salinas Pliego no tiene derecho a tantas vacaciones. Se las critican mucho. Sí tiene derecho. Lo que yo creo es que él no ha calculado que, debido a la poca salud del corporativo que dirige, quizás muy pronto tendrá más tiempo y podría usarlo para razonar qué hizo mal, qué puede enmendar; le sobrará tiempo para pensar menos en ejércitos de abogados marrulleros y más en cómo mantener una empresa sana pagando sus impuestos. Es una sugerencia. Pero, faltaba más, tiene derecho a vacacionar. Es un derecho que peleó el movimiento obrero desde el siglo XIX.
(Un paréntesis feliz: Qué hermosa es la palabra dignidad. Digan lo que quieran del expresidente Andrés Manuel López Obrador, pero el día en que puso mil pesos en la cartera de uno de nuestros adultos mayores, ese día él mismo les dio un beso en la mano a nombre del Estado, y les devolvió algo de la dignidad que antes ese mismo Estado les arrebató).
2. Igualdad, desigualdad y Estado de Bienestar
Si no hay un evento mayor e inesperado, seremos testigos, en los próximos meses, de la reducción a ceros de una de las grandes fortunas de México. A ceros, si mis cálculos no andan mal.
Y, al mismo tiempo, la tragedia de “Don Ricardo” marca el fin de una era; el fin del régimen que nació, en la ola alta del neoliberalismo, con el ascenso de Carlos Salinas de Gortari al poder.
“Don Ricardo” quemó una parte de su capital en tiempo récord, por errores cometidos por él mismo, según la prensa extranjera especializada en finanzas, economía y empresas. Hay que recordar que en mayo de este año Forbes informó que Salinas Pliego, presidente de Grupo Salinas, sufrió una drástica reducción del 63.4 por ciento en su fortuna durante 2024, lo que llevó su patrimonio de 13 mil 400 millones de dólares a 4 mil 900 millones. El empresario descendió al espacio 734 de la Lista Forbes a nivel global. Bajó 144 lugares de sopetón.
El desplome fue por Grupo Elektra, cuyas acciones cayeron 71 por ciento en diciembre de 2024 cuando regresaron a la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) después haberse suspendido. La agencia Bloomberg dijo que la fortuna de Salinas Pliego pasó de 7 mil 600 millones de dólares a 2 mil 900 millones. Y además, al mismo tiempo, TV Azteca lidiaba con una deuda de 640 millones de dólares en tribunales de Estados Unidos.
Y poco antes del desplome de Grupo Elektra, en este mismo año, el Presidente López Obrador confirmó lo publicado por SinEmbargo: que el empresario debía 63 mil millones de pesos al Servicio de Administración Tributaria (SAT). Hoy, con recargos y multas, Salinas Pliego debe 74 mil millones. Este dato lo recupero más adelante.
Antes de entrar a los escenarios más probables de las empresas de “Don Ricardo”, hay que regresarse a Thomas Piketty y la desigualdad. Es uno de los tema favoritos de Salinas Pliego. “Estoy convencido de que una de las muy malas ideas que circulan por ahí, por todas partes hoy en día, es este señalamiento de la desigualdad como el principal problema de nuestras sociedades. Es una muy mala idea”, dijo en 2021. Lo ha repetido casi a donde va.
Nota personal: la desigualdad no “circula por allí”: han pasado más de dos siglos de revoluciones en su nombre.
Piketty plantea que la desigualdad monetaria (comparemos la cuenta de banco de “Don Ricardo” con la suya o la mía) no viene sola. “Se acompaña de una distancia social”, dice. Si alguien puede comprar un año de trabajo de otra persona con sólo laborar una hora, plantea el economista, entonces debemos cuestionarnos el efecto que tiene este poder sobre lo que llamamos “democracia”. Si el dueño de Azteca o cualquiera otro puede comprarse, con minutos de su trabajo, lo que alguien hace en toda una vida, hay que preguntarse qué más puede comprar: ¿Ministros, quizás? ¿La justicia misma? ¿Presidentes? ¿Políticos y partidos? ¿Gobiernos completos?
Uno de los problemas de fondo de la desigualdad es que no sólo es económica. En sus discursos,“Don Ricardo” hace evidente no haber estudiado lo suficiente el tema aunque no debería extrañar a nadie: los libertarios, la cobija con la que se tapa, suelen manipular con ideas y acomodarlas a como se requiera. Me pasa que, si por algún error de la Matrix, escucho algo de lo que dice el ultraderechista Agustín Laje, siento que en algunas cosas podría tener razón. Claro, porque su magia consiste en aislar términos y situaciones para interpretarlas a su manera; aislar auditorios de contextos e Historia para darles una papilla ideológica única y de fácil digestión. Pero a los dos, a Laje y a Salinas Pliego, les falta modestia y les sobra desfachatez. En eso sí son muy parecidos.
Me gusta, sin embargo, que Salinas Pliego ponga tanto énfasis en la desigualdad porque permite argumentar, en su figura, sobre las razones para luchar por la igualdad.
Mientras más cercano al poder fue, más rápido abultó su capital y su ego. Con lo primero hay un problema, pero también con lo segundo. Hacer fortuna pegado a los factores de poder pasa por la compra de voluntades, casi siempre, sobre todo si esa fortuna depende de concesiones del Estado; y el ego pasa por encima de todos, a todas horas. Para subirse al pedestal no sólo sirven las fotos y videos de sus vacaciones con puros y yates. Ya lo dije antes: las Kardashian hacen lo mismo. No tiene chiste. Ya no asombra a nadie. Para alimentar el ego necesitas sobajar al otro, y en su caso lo hace con los más vulnerables: no paga de impuestos; agrede a mujeres y homosexuales; a los que se declaran de izquierda les dice que son “una mierda” y a los servidores públicos no los baja de cavernícolas, es decir, seres anteriores al control del fuego y el descubrimiento de la rueda.
Ya dije que me gusta que Salinas Pliego enfatice en la desigualdad y ahora explico por qué: me gusta, porque está a punto de recibir una lección desde el término antagónico: la igualdad.
Los 74 mil millones de pesos que tarde o temprano pagará al fisco eventualmente llegarán a la hacienda pública. Y entonces el Estado tendrá la oportunidad de explicar, con un sólo ejemplo, por qué los impuestos son una herramienta eficaz para garantizar la justa distribución del ingreso nacional y generar lo que ser conoce como “Estado de Bienestar”.
El dinero que “Don Ricardo” le escatimó al SAT regresará, en forma de programas u obras, a la gente que tiene menos que él. Esa es una buena forma de explicar cómo se puede redistribuir la riqueza en una sociedad democrática, recurriendo a mecanismos muy estudiados por los economistas y por los generadores de políticas públicas.
3. Lecciones de la dignidad
Ricardo Salinas Pliego tiene 4.9 mil millones de dólares estadounidenses hoy, de acuerdo con Forbes, aunque por algunas variaciones del mercado ahora mismo le aparecen 5.4 mil millones de dólares. Tomemos este último dato.
En 2017, antes de las elecciones de 2018 donde se dijo amigo de López Obrador, tenía 3.6 mil millones de dólares. Al cierre de 2018, con nuevo Presidente, su fortuna creció hasta 7.1 mil millones de dólares y en 2019 dio otro estirón fuerte hasta 11.1 mil millones de dólares.
En 2020 inició la pandemia; la fortuna de “Don Ricardo” se mantuvo estable en 11.7 mil millones de dólares. En 2021, como muchos otros multimillonarios, disfrutó un nuevo impulso en su riqueza hasta 12.9 mil millones y luego, en 2022 bajó poquito hasta 12.4 mil millones y en 2023 hasta 10.9 mil millones.
Salinas Pliego vio, en 2024, su mayor pico: 13.4 mil millones de dólares. Luego vino la caída en tobogán por el regreso de Elektra a la Bolsa y ahora tiene esos 5.4 mil millones de dólares de los que le hablo.
“Don Ricardo” debe, de acuerdo con el último dato del SAT, 74 mil millones de pesos. En dólares estadounidenses, debe al Gobierno mexicano 3 mil 930 millones.
Esto significa que toda su fortuna y la de su familia (Forbes la considera en una sola cuenta) es de mil 470 millones de dólares.
La semana pasada, sin embargo, la autoridad hacendaria nos dio un dato importante: la deuda de “Don Ricardo” aumentó en un año de 63 mil millones de pesos a 74 mil millones de pesos. Es decir, subió 11 mil millones de pesos o 585 millones de dólares. Eso significa que si los servicios de su deuda con el Gobierno siguen aumentando, digamos, en la misma proporción anual, entonces:
En 2026, la fortuna de Salinas Pliego y familia será de 885 millones de dólares (resultado de la resta de 585 millones de dólares de los mil 470 millones de dólares que tenía hasta ayer).
Para 2027 la riqueza de “Don Ricardo” y su familia será de 300 millones de dólares y para 2028 no tendrá con qué pagar ni los servicios de la deuda, ni las colas de langosta.
Y entonces habremos presenciado la reducción a ceros de una de las grandes fortunas que se formaron durante el neoliberalismo, icónica de los regímenes del PRIAN.
Piketty habla mucho sobre cómo la igualdad también dignifica a las sociedades y a los individuos. Si el panorama es como se ve, Ricardo Salinas Pliego perderá toda su fortuna en los dos años por venir. Pero, por favor, no tiene por qué perder la dignidad. Todos esos a los que agrede constantemente le pueden explicar cómo se sobrevive con dignidad a pesar de las burlas de los poderosos. Él puede aprender de aquellos a los que ha acosado durante años. Confío en que, llegado el momento, “Don Ricardo” les acepte la lección.
Pero si no lo hace, tampoco importa.
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