Por Kristel Reyes
En un rincón cálido y acogedor de la Plaza las Garzas, en pleno bulevar Venustiano Carranza, se encuentra ubicada la tienda Los Estambres, dedicada a las manualidades tejidas. Este lugar es dirigido por María Guadalupe Frías, quien es conocida por sus clientes y amigos como “Lupita Farías”.
Lupita es periodista de profesión y a lo largo de su vida profesional trabajó en Recursos Humanos. Sin embargo, hace diez años decidió anticiparse a su jubilación y convirtió su pasatiempo en un proyecto de vida.
Los Estambres es un espacio que ella misma nombra como “un puente entre el pasado y el presente”, ya que “tejer tiene que ver con nuestros instintos básicos de querer cubrirnos o protegernos del frío, eso es algo que todos necesitamos, por eso los tejidos y la ropa nos conecta con nuestras raíces” explica.
El interés de Lupita por tejer comenzó desde su infancia. Recuerda con cariño a su madre, una experta tejedora que la inspiró a aprender. “Mamá hacía cosas muy hermosas, pero cuando yo era niña ella no me enseñó a tejer porque, como yo usaba lentes, me decía que me iba a quedar peor de ciega y ahorita que lo hago no uso lentes ni nada y veo muy bien”, comenta entre risas.
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Menciona que conforme fue creciendo aprendió el arte de tejer de manera autodidacta y con el paso de los años ingresó a la Escuela del Sarape, lo que le permitió ampliar su técnica y visión de las cosas que se podían hacer con los materiales que tenía a la mano.
Tradición y memoria
A Lupita Farías le gusta ponerse retos en cuanto a la creación e innovación de elementos que tengan su esencia e identifiquen a su tienda, a raíz de esto hace tres años Lupita comenzó con la creación de su Nacimiento tejido, el cual inició en enero y terminó días antes de diciembre.
“En el nacimiento me tarde un año porque hay piezas muy complicadas como el elefante o el caballito por todos los detalles y relieves que tienen en el tejido”, explicó.
Cada pieza del Nacimiento, desde los Reyes Magos, los animales o el establo, donde colocó algunos de ellos, reflejan su habilidad y los recuerdos de infancia.
“Mi mamá ponía un Nacimiento espectacular que ocupaba medio cuarto, así que con mi nacimiento quise honrar eso, adaptándolo a mi estilo y a lo que actualmente me dedico”, comenta emocionada.
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Otra de sus creaciones más emblemáticas son el altar de muertos que está hecho totalmente de elementos tejidos. “Fue dedicado a papá y mamá”. Ella menciona que sirvió para contarles a sus nietos quiénes eran “los abuelos”, qué les gustaba y toda su historia.
Después de colocar un altar dedicado a sus padres a Lupita se le ocurrió la idea de este año crear un altar de muertos dedicado a Pancho La Gallina, uno de los matachines más emblemáticos de Saltillo.
“Mi hermana fue alumna de Pancho La Gallina y tiene muy buenos recuerdos, fue por eso que ella y yo nos pusimos a tejer todo lo que va en el altar, desde el mole, las enchiladas, la cerveza, el papel de china… Todo lo tejimos”, comparte.
El trabajo que ellas y algunas de sus alumnas le dedicaron a cada pieza se reflejó en cada uno de los elementos colocados en el altar, en el cual (asegura) la mejor recompensa fue ver el resultado.
“A fin de cuentas es un talento. Entonces, usar los talentos y ocupar la mente en cosas creativas que te hagan crecer, que te hagan mejorar, sacas lo mejor de ti”.
Para Lupita el tejido ha sido el medio ideal para preservar tradiciones. Al crear cada pieza, dice, la pieza cobra vida con cada detalle que evocan memorias familiares y, a su vez, celebra la cultura mexicana.
Retos en el camino
Uno de los desafíos que Los Estambres ha enfrentado fue la pandemia, que la orilló a cerrar su local y estar en casa. Sin embargo, más que un obstáculo, Lupita Frías vio la pandemia como una oportunidad para mejorar e innovar su negocio. Menciona que comenzó con las entregas a domicilio, las cuales recibía por su página de Facebook.
Dice que tejía los pedidos y sus hijas eran quienes se encargaban de entregarlas a domicilio, lo que ella enfatizó como “estar activa y crear cercanía con los clientes”.
Pese a los retos, como la competencia de las compras en línea, Lupita mantiene viva su pasión y el sentido de comunidad.
“Mi tienda ofrece lo que el internet no puede, la oportunidad de platicar, compartir ideas y aprender de otros”, asegura.
En cada puntada, Lupita y su comunidad entrelazan historias, emociones y tradiciones. “Tejer no es sólo hacer prendas, es regalar memorias, cariño y amor”, comenta.
Pasión que une a generaciones
Gracias al esfuerzo de Lupita, Los Estambres se ha convertido en un espacio donde personas de todas las edades van a aprender, compartir sus historias y crear cosas nuevas juntas, pues a raíz de las clases personalizadas cada uno de sus alumnos pueden trabajar en su propio proyecto, mientras ella y su equipo brindan asesoramiento, guía y una buena plática a los asistentes.
Al lugar van personas de todas las edades, pero Lupita menciona a una de sus alumnas más jóvenes tiene apenas ocho años y llegó gracias a que su mamá comenzó a tejer.
“Tejer es desestresante, terapéutico, pero también es una manera de regalar amor, porque cuando haces una prenda para alguien le estás dando tu tiempo, energía y cariño”.
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