Por Dorian Arrzúa
Saltillo, Coahuila.- Inherente a los orígenes de Saltillo, la Danza del Ojo de Agua es una celebración que se realiza en el barrio del mismo nombre desde 1840 para celebrar al Cristo de este lugar.
El acto, que comenzó meramente con fines religiosos, con el paso de los años se ha convertido en una festividad que fortalece los lazos sociales de la comunidad.
El maestro de danza José Alberto Páez Trujillo explica que la celebración tiene orígenes prehispánicos, que con alabanzas se veneraban al sol y a la madre naturaleza. “Posteriormente con la llegada de los españoles esta danza se realiza en agradecimiento a Dios y otras figuras santas por la ayuda recibida en momentos difíciles, por la lluvia y la buena siembra y cosecha”.
Estas danzas también se realizaban para acompañar los rezos de los creyentes; se trataba de procesiones que iban desde la iglesia principal del barrio Ojo de Agua hasta la capilla, explica Páez Trujillo.
Se trata, a decir del experto, de la Procesión de la Cera, en la cual los creyentes llevan sirios, arreglos florales y velas como ofrenda al Cristo del barrio, con el fin de que nunca falte la luz.
“Esta danza es muy diferente al resto de las conocidas porque se trata de un baile ceremonial; no es como los huapangos que carecen de una carga religiosa”, dice el experto.
Matachines
Uno de los mayores exponentes locales de la Danza del Ojo de Agua es Francisco Gámez, conocido en la escena local como Pancho La Gallina. Sus interpretaciones llegaron a ser tan especiales que incluso en los ensayos reunía gente que se amontonaba para ver a su grupo de danzantes.
También atraídos por esas interpretaciones mucha gente se apuntaba para participar como matachines (los danzantes) en las festividades que se realizan todos los años el 3 de mayo, Día de la Santa Cruz, y el 12 de diciembre, Día de la Virgen de Guadalupe, principalmente.
Las danzas del grupo de Pancho fueron muy populares no sólo por la dedicación y cariño que les imprimía a las celebraciones, también por la influencia de danzas tlaxcaltecas enriqueciendo su técnica para el barrio del Ojo de Agua.
Otro rasgo particular del baile de Pancho fueron los vestuarios que utilizaban y que eran confeccionados por ellos mismos: Cada grupo de matachines representa a un santo y dicha figura la llevan con ellos en los bailes; las imágenes estaban plasmadas en estandartes o en los chalecos que los mismos danzantes llevan puestos.
El vestuario de los danzantes se compone de una camisa, pantalón corto de satín, calcetas largas y huaraches con correas de vaqueta con láminas en las suelas para generar su icónico sonido del huarachazo. También cuentan con chalecos decorados con chaquiras, lentejuelas, sus nagüillas o faldillas decoradas también con los mismos materiales; llevan una calzonera, una sonaja y un arco con una flecha para realizar sonidos durante la danza; finalmente usan penachos decorados con chaquira, agregando carrizo y plumas; incluso algunos penachos emplean espejos como adornos.
Además del grupo de Pancho los danzantes provienen de la Normal Superior, Ateneo Fuente o el Tec, y sus presentaciones se exponen más allá del propio barrio que le da origen a la danza, como en teatros y festividades culturales.
Ejemplo de lo anterior fue lo ocurrido en julio de 2021 durante los festejos por el 444 aniversario de Saltillo, cuando poco más de 650 matachines consiguieron el Récord Guinness al espectáculo más grande del mundo en su tipo.
El Viejo
Otro elemento central de las celebraciones del barrio del Ojo de Agua es el Viejo de los matachines. Este personaje de aspecto curioso es más un líder de los danzantes, siempre usa un traje diferente al resto de los matachines.
Con ropa vieja y desgarrada, jirones de tela arrastrándole, el Viejo tiene la función de ahuyentar los malos espíritus como una manera de proteger a los danzantes. Este guía también destaca porque, si bien desarrolla los mismos movimientos que el resto, éstos los ejecuta de manera más libre y exagerada siendo mucho más tosco.
Es así como el viejo y el nuevo mundo se mezclaron en una danza para formar la identidad cultural de los saltillenses, en una celebración que supera lo religioso y fortalece la cohesión social.
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