Don Rufino y su pasión por las historias

noviembre 19, 2022
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Por Mariana Santos

Los libros son un alma vieja y para encontrarse con ella se requiere asistencia. La persona indicada para ayudarnos en el trance es Rufino Rodríguez.

Con más de 100 mil libros y 26 años de librero, sirve de médium entre personas y personajes dentro de cada historia.

Los años pasaron volando como mariposa en migración y la jubilación de Rufino se acercaba. Sin pensar en qué hacer en su tiempo libre, los libros aparecieron en su mente: ¡qué mejor que abrir una librería!

Ya tenía experiencia en el oficio. Había trabajado en las bibliotecas de la UAdeC y en editoriales importantes, como Siglo XXI y Limusa, las cuales comenzaron con autores coahuilenses como Carlos Pereyra y Artemio de Valle Arizpe.

Don Rufino era un viajero debido a que la editorial en la que trabajaba lo mandaba a diferentes estados. Logró abrir distintas oficinas y fundó librerías de Limusa. Cansado de tanto movimiento, decidió regresar a la “ciudad del sarape” después de haber vivido 5 años en Guadalajara con su familia.

Antes de fundar “Rodríguez Libros de Ocasión”, Rufino abrió las puertas de la librería Zaragoza que se encontraba en las calles viejas del centro. Cerradas ya, sólo jacalones vacíos testimonian el barrio que fue de libreros.

Cursos de biblioteconomía a cuestas y mucha experiencia en el trasiego de libros, Rufino se hizo un maestro en la clasificación, el acomodo y manejo de una librería.

Por eso decidió abrir la suya. Compró libros usados. Comenzó con 2 mil volúmenes.

Posteriormente las personas empezaron a dejar sus reliquias de papel, acumulándose entre los estantes viejos de madera los ejemplares comprados y donados.

LIBRERO, AUTOR Y CAMINANTE

Los libros relatan una historia y Rufino tiene muchas por contar. Es un conocido caminante de las calurosas tierras del desierto. Ha recorrido sus paisajes durante las 52 semanas del año. Así, caminando, Rufino acumuló un enorme acervo de arte rupestre, lo que le ha permitido contar con el mayor archivo del norte de México y del sur de Estados Unidos de estas representaciones que legaron nuestros ancestros.

Sus descubrimientos brindaron frutos: publicó seis libros y está a punto de publicar dos más. Uno relata la fauna que las tribus dejaron grabadas en arte rupestre, como búfalos, bisontes y venados.

Los conocimientos que Rufino platica en sus libros los ha adquirido a través de su pasión por la arqueología. Cuando era un jovenzuelo estudiaba en un pueblo de Tamaulipas donde la tierra era plana; al llegar a tierras saltillenses, el paisaje montañoso lo sorprendió.

Las aventuras iniciaron acampando en territorios desérticos como Ramos Arizpe, descubriendo conchas, caracolas, huesos, flechas, raspadores, entre otras herramientas que los nativos utilizaban y que Rufino guarda como un tesoro. Su colección abarca más de 20 mil vestigios.

Al inicio sólo era un pasatiempo, hasta que el interés y la curiosidad le ganaron. Recorrió los desiertos del norte y encontró garabatos marcados en la tierra seca llamados “geoglifos”.

Estos hallazgos los ha visto en Ramos Arizpe y en General Cepeda, municipios que, junto con Parras, son sus favoritos para descubrir vestigios importantísimos, mismos que apunta en su distintiva libreta.

Además de sus apuntes, Rufino ha adquirido sus conocimientos de arqueología gracias a la lectura y a congresos a los que ha asistido en países como Cuba, Guatemala y Estados Unidos.

EL LIBRERO LECTOR

La preparatoria fue el marco en que inició su gusto por la lectura. El Rufino lector menciona que se lo debe a sus maestros, ya que, aunque estudió ingeniería en el Tecnológico de Saltillo debido a su espléndido edificio, las letras estuvieron presentes. El primer libro que leyó fue Sinuhé el egipcio, una novela ambientada en la época de los faraones, escrito por Mika Waltari, a quien le siguió la pista por el gusto que manifestó al leer su libro.

Sus preferencias varían: desde el escritor Pío Baroja –de quien ha leído más de 20 de sus obras–, hasta las novelas policíacas. De hecho, se aficionó a éstas cuando en su clase de Metodología de las Ciencias la maestra sugirió este tipo de lecturas que contienen el método para descubrir quién mató a la víctima.

“Venta y compra de libros”, dice el letrero colocado en las ventanas de la librería donde se encuentra Rufino, punto de referencia para encontrar libros escolares de derecho, estadística, ingeniería, históricos, esotéricos y de poesía, que son los más buscados por la gente; pero si lo que se quiere es una narración de décadas pasadas, don Rufino, solícito, auxilia. Tiene incluso ejemplares del siglo XVIII.

La literatura es el arte de la palabra escrita y autores como Julio Verne, Emilio Salgari y Alejandro Dumas entienden lo que busca Rufino al momento de leer una historia de aventuras. Por otro lado, si se enfoca en el sarcasmo, elegiría la forma de redactar de Carlos Monsiváis, un ícono mexicano.

Don Rufino expresa con melancolía el hecho de que no existan librerías que no sean tiendas departamentales. Observa que a sus clientes universitarios se les dificulta encontrar sus libros de estudios. Aunque estos existan en línea o en forma de e-books, nada se compara con el olor de un libro recién comprado.

La tecnología se podría nombrar como enemigo de los libros. Rufino no está de acuerdo. Para él es una herramienta aprovechable sobre la cual hay que tener control. La evolución la ha observado con sus tres sobrinas que han crecido con el ciberespacio, todo lo opuesto a sus hijos que se desarrollaron con las enciclopedias.

México cuenta con 128.9 millones de habitantes. Tiene una librería por cada 700 mil personas. El 50% de todas las librerías se concentra en la Ciudad de México. Una situación inversa existe en Argentina, Uruguay y Chile: tienen menos habitantes, pero más comercios de libros, confirmando que los mexicanos leen de vez en cuando.

La gente va y viene de esta distintiva librería. Busca lo que no encuentra en las bibliotecas públicas por su falta de novedades. Pero en “Rodríguez Libros de Ocasión” lo puede hallar gracias al viajero Rufino que escapa a otras ciudades con el propósito de adquirir ejemplares.

Primero lo hacía para sus seres queridos, ahora para los saltillenses.

Dos pasiones, un mismo camino. Los libros complementan su afición por la arqueología, por lo que sus palabras se convierten en un libro lleno de historias y relatos que inician en la librería de Rufino Rodríguez.

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