Cultura cívica en reversa: seis horas atrapada en mi propia casa

julio 11, 2025
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Por Brenda Macías 

Es jueves al sur de Saltillo y, como cada semana, las calles se llenan de vida con el mercado sobre ruedas. Celebro el comercio local y la economía autogestiva: en una ciudad con empleo precario y alimentos cada vez más caros, sostenerse vendiendo lo propio es una forma de dignidad. A pesar de los líderes y otros corruptores. Sin embargo, esta crónica no trata sobre la fortaleza del mercado y el trabajo autogestivo, sino sobre la debilidad institucional y la falta de empatía en la vía pública.

Desde las 8 de la mañana del pasado 10 de julio, un vehículo particular obstruyó por completo la cochera de la casa de mi madre. Más allá de lo molesto que puede ser, el hecho me generó angustia, porque el estado de salud de mi madre nos exige tener una vía de salida rápida en caso de emergencia. Me activé como ciudadana. Llamé a la policía: dijeron que mandarían una unidad de tránsito. Nunca llegó. Marqué a la unidad administrativa de comercio del municipio para preguntar por el permiso de uso exclusivo de vía pública. La respuesta fue tan ineficiente como insensible: “venga usted personalmente, por teléfono no damos informes”.

Siguiente intento: un llamado al programa de radio “La voz de la mujer de hoy” de la XEKS. Don Jesús López Castro, ícono radiofónico de la ciudad, me escuchó en vivo. Alguien más se sumó a la denuncia: aseguró que los locatarios del mercado de los jueves en la Bella Vista pagan a la policía para que no intervengan. ¿Corrupción a pequeña escala o una normalización de la falta de autoridad? Sea como sea, es una línea de investigación que vale la pena seguir.

Volví a marcar a la policía. Me dijeron que estaban atendiendo asuntos más importantes. ¿Qué puede ser más importante que el derecho de una persona a salir de su casa? ¿El intento de suicidio? ¿Qué urgencia es mayor que una emergencia médica en puerta? ¿El robo masivo de joyas? Decidí probar suerte con “Saltillo Fácil”, un chatbot municipal. Error. La programación deficiente y las respuestas robóticas que te llevan a ninguna parte solo hicieron crecer mi nivel de estrés. 

Como último recurso, escribí directamente a Javier Díaz, la máxima autoridad municipal, el flamante alcalde con pasado olímpico. Su community manager respondió con una fórmula vacía: “en los próximos días nos pondremos en contacto”. Le compartí mi número celular. A ver qué pasa. A esas alturas ya no buscaba respuestas: necesitaba poder salir de casa.

Pasaron seis horas. Nadie vino. Nadie sancionó. Nadie resolvió. La persona simplemente terminó de hacer sus compras y se retiró como si nada. Seis horas de impotencia y de vivir en tiempo real la impunidad. Seis horas de poner a prueba los mecanismos institucionales. Seis horas que evidenciaron no solo la ausencia del Estado, sino la falla colectiva en nuestra cultura cívica. Porque sí: también hay un automovilista que, sin importar a quién afectara, decidió estacionarse ahí.

¿Dónde quedó el respeto por el otro? ¿Dónde la empatía, la previsión, la responsabilidad social? A veces no es solo que los servicios públicos fallen. Es que muchas personas también lo hacen. Y mientras tanto, quienes cuidamos, quienes estamos al frente de situaciones frágiles, somos quienes cargamos con la desprotección.

La historia concluye con la salida del vehículo, pero no con la solución del problema. Compré nueva señalética mientras resuelvo lo de las líneas amarillas en las oficinas del municipio al frente la secundaria Margarita Maza de Juárez. La esperanza, por ahora, la cuelgo en la pared. No para que la vea tránsito, sino para recordarme a mí que tengo derecho a vivir sin miedo a quedar atrapada en mi propia casa.

Gracias por leer. Y sí, aún hay todo por hacer. ¡Hasta la próxima entrega!

MÁS DE LA AUTORA: 

Brenda Macías

La Dra. Brenda Macías, arquitecta de palabras y exploradora incansable del conocimiento, es Candidata a investigadora nacional del CONAHCYT y Jefa del Departamento de Difusión del CIEG de la UNAM. Brenda no solo navega por los mares de la academia con destreza, sino que también se sumerge en los abismos de las ideas para sacar a la superficie reflexiones que iluminan y transforman. En cada texto de esta Comarca de Letras, Brenda teje puentes entre el rigor académico y la magia de la escritura, invitándonos a un viaje único por los paisajes de la mente y el corazón.

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