Por Ana Castañuela
De 2024 a la fecha se han presentado de manera casi consecutiva ataques a diversos recintos católicos en Coahuila. Las autoridades eclesiásticas asocian la mayoría de ellos a personas con problemas de adicciones.
Las verdaderas motivaciones de estos actos han sido poco investigadas, pues las Fiscalía del Estado consultada al respecto asegura que no tiene registro de denuncias por estos hechos.
En víspera de Semana Santa la iglesia San Juan Nepomuceno, ubicada en el centro histórico de Saltillo, fue vandalizada. El 6 de abril, antes de que diera comienzo la misa de la tarde, alrededor de las 19:00 horas un hombre ingresó por la puerta del estacionamiento al recinto e intencionalmente derribó una escultura de San Ignacio de Loyola, sacerdote español fundador de la Compañía de Jesús, y tras cometer los hechos se retiró.
Según el párroco de la iglesia, Plácido Castro, diversos testigos aseguraron que el hombre estaba bajo el efecto de las drogas, pues “estaba diciendo incoherencias y palabras altisonantes”, por lo que no considera que se trate de iconoclasia.
“Uno de los testigos tomó un video (…) en el video se ve donde el joven va caminando de espalda. Se ve muy joven. Se ve como alguien que camina drogado o tomado”, asegura el párroco.
Los hechos fueron denunciados ante el obispo de la Diócesis de Saltillo y aunque la figura tenía poco más de tres décadas de antigüedad también se dio aviso al Instituto Nacional de Antropología e Historia por tratarse de daños al patrimonio histórico.
El padre confirmó que el hecho no se denunció ante las autoridades policiales, pues desconoce la identidad del joven que cometió los hechos, y “no sabe a quién denunciar”.
Este no es el primer caso de vandalismo que se presenta en el Estado durante este año, pues el 4 de marzo pasado un hombre irrumpió en la capilla de la Santa Cruz en la Villa de Agujita, Sabinas, y rompió alrededor de 14 cristales, además atacó físicamente a la encargada del templo.
Esta vez los hechos fueron denunciados por el párroco de la capilla ante el Ministerio Público por daños y lesiones. Sin embargo, aún se desconoce la identidad del sujeto y cuáles eran sus intenciones.
Durante el 2024 también se presentaron alrededor de cinco casos más de vandalismo en diversas parroquias y capillas, tres de ellos en la región sureste del Estado.
El primero se registró el 20 de febrero del 2024 en el templo de San Judas Tadeo ubicado en la Zona Centro de Saltillo. Un hombre de 34 años identificado como Julio ingresó al recinto a la fuerza y rompió tres cristales de la puerta principal. Ya en el interior destruyó gran parte del nicho del Santo Sepulcro y destrozó diversas figuras religiosas, entre ellas las imágenes de la Divina Providencia y el Sagrado Corazón de Jesús, además tiró y quebró en su totalidad la figura de más de tres metros de altura de San Judas Tadeo, lo que sumó un daño de aproximadamente 250 mil pesos, según el padre Roberto Campos Castañeda.
El padre de la iglesia Roberto Campos, aseguró que el hombre estaba drogado cuando ingresó al recinto, por lo que más tarde fue detenido por la policía municipal y consignado ante la Unidad de Atención Temprana con Detenido de la Fiscalía General del Estado de Coahuila (FGE).
El 20 de mayo de 2024 diversos sujetos vandalizaron las puertas de la capilla Hacienda de Santa María del Rosario, ubicada en el municipio de Ramos Arizpe, con el fin aparente de saquearla; sin embargo, no se llevaron nada.
Un mes después, el 24 de junio, un grupo de hombres vestido de negro ingresó a la capilla de Jesús el Buen Pastor, ubicada en la colonia Parajes de Santa Elena, en Saltillo, para dibujar en las paredes de cartón hexagramas y cruces invertidas con pintura en aerosol de color negro.
Aunque se creía que estos símbolos fueron hechos por satánicos, el obispo de Saltillo, Hilario González, señaló que se trataba de una “broma de mal gusto” y descartó iniciar un proceso legal.
El 12 y 13 de octubre se cometieron dos robos en la iglesia Sagrado Corazón, ubicada en Villa de la Fuente de Piedras Negras, el primero en las oficinas del recinto y el segundo en la sacristía.
Un grupo de hombres entró por una puerta lateral ubicada en las oficinas de la iglesia, e ingresó al comedor de los religiosos para llevarse la ropa sacerdotal y otros objetos, además provocaron daños en diversos muebles, documentos y las instalaciones y antes de huir bebieron del vino consagración y se llevaron las cámaras de videovigilancia.
El padre de la parroquia, Juan Armando Renovato, aseguró que interpuso una denuncia formal ante la FGE.
Consultada respecto a los diversos ataques en los recintos, la FGE expuso a El Coahuilense Noticias que hasta el momento no tienen registro de denuncias por estos hechos.
¿Iconoclasia o travesura?
Hasta el momento se desconoce si los casos son un acto de iconoclasia y la mayoría de ellos, según las autoridades eclesiásticas, están relacionados con el consumo de alcohol y drogas.
Sin embargo, el psicólogo y maestrante en Investigación Social por la Autónoma de Coahuila, Gonzalo Villanueva Ibarra, explica que estos hechos tienen que ver con el cambio social.
Considera que puede ser un efecto de ‘la anomia’, un periodo en el que la sociedad empieza a desregularse, y que usualmente ocurre cuando hay un crecimiento rápido de la sociedad, lo que provoca que las tradiciones, valores y normas se debiliten.
“Derivado de ese fenómeno suele haber ciertas tensiones entre las instituciones consolidadas y las personas que se sienten alejadas de lo tradicional”, asegura.
Explica que las instituciones religiosas están expuestas a ser víctimas de diversos individuos que mediante ciertos actos simbólicos expresan descontento o rebeldía hacia lo tradicional.
“Yo creería que esto se debe a una crisis de significados en general, donde las instituciones religiosas pareciera que tienen una crisis de relevancia, identidad y de representación en la sociedad; pareciera que la gente ya no las respeta igual que antes, y eso es algo muy común que ocurre cuando las sociedades empiezan a crecer. Quizás es un poco ese malestar hacia esas estructuras dominantes”, considera.
Respecto a la asociación de los actos de vandalismo con el consumo de drogas o sustancias ilícitas advierte que puede estar relacionado con un roce entre las figuras religiosas y los consumidores.
“Muchas veces las personas en alguna situación de vulnerabilidad, por ejemplo, las que consumen algún tipo de sustancia legal o ilegal, tienen contacto con los centros comunitarios que están auspiciados por la Iglesia, y a veces los van marginando, ya sea porque los crean problemáticos o les generan desconfianza y quizás pudiera haber ahí un roce entre la figura religiosa y lo que estas figuras quieren”, señala.
Expone que Saltillo se encuentra en un proceso de transformación social debido a su crecimiento durante los últimos años, por lo que, asevera, las dinámicas culturales se van a modificar.
“Conforme vaya creciendo Saltillo va a ir creciendo la posibilidad de conflictos, estos creo son unos de ellos”, señala.
Por otra parte, el párroco Plácido Castro considera que el vandalismo en los recintos católicos es una manifestación del estado actual de la sociedad.
“Yo creo que estos actos son una manifestación de cómo está nuestra sociedad. Creo que es muy fácil culpar a la persona que hizo las cosas, pero siempre es todo un contexto (…) Como sacerdote creo que es una manifestación muy clara de la ausencia de Dios en nuestra sociedad y la familia; es un hecho”, dice.
Señala la importancia de la presencia de las autoridades para enfrentar los casos, y considera que deben trabajar en conjunto.
“A nivel inmediato es importante la presencia de las autoridades para enfrentar el caso en el momento en que suceden las cosas, y a nivel de raíz creo que tenemos que tomar decisiones y a largo plazo trabajar en conjunto”, reitera.
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