Coahuila 2024: radiografía electoral

abril 30, 2024
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El PAN está a un paso de ser un partido marginal. Para el gran partido opositor, la alternancia en la Presidencia de la República en el 2000 representó, además de un triunfo histórico y un parteaguas en su vida institucional, el inicio de su debacle. 

Preocupados por gobernar, así como por ser una opción viable y competitiva para alcanzar triunfos electorales -tanto a nivel federal como local-, se alejó de sus principios, dejó de formar ciudadanos informados y participativos en la cosa pública y, gradualmente, perdió su mística –adquirida en más de seis décadas de ser oposición- responsable, crítica y propositiva.

Pasó, de luchar en pro del fortalecimiento de nuestro sistema democrático e institucional, a emular todo lo que criticó del PRI.

La levantada convicción de justicia y de verdad se esfumó tan rápido como la confianza otorgada por los ciudadanos en 2000 y 2006. La brega eterna se ha limitado a las pugnas internas por el poder de una élite anquilosada y fracasada.

De ser –junto con otras fuerzas políticas de oposición– los promotores de la mayor reforma electoral de la historia de México, inaugurando una nueva era de la democracia en nuestro país, concretando la autonomía y ciudadanización del Instituto Federal Electoral (Otrora IFE y hoy INE) así cómo la creación del Tribunal Federal Electoral (Ex TRIFE y actualmente TEPJF), hoy hace alianza con su eterno archirrival para intentar salvar los privilegios de unos cuantos. 

Lamentablemente, del humanismo político sólo quedan los recuerdos.

En nuestra entidad el PAN, hasta 2017, fue la única alternativa de los coahuilenses para inconformarse en contra de los excesos de los gobiernos priistas.

Efectivamente el PAN, más allá de ganar por el carisma o reconocimiento de sus candidatos (salvo contadas excepciones), sus triunfos municipales y distritales se debieron al hartazgo de los ciudadanos a los abusos, excesos y corrupción del régimen priista.

Las fracturas hacia el interior del partido por obtener el poder son la causa principal de la atomización de sus militancia y base de simpatizantes, más allá de la evaluación de sus administraciones municipales. 

Rostros del transfuguismo como testimonio irrefutable de su degradación interna son, entre otros: Luis Gurza Jaidar, Reyes Flores Hurtado, José Ángel Pérez Hernández, Fernando Simón Gutiérrez Pérez, Luis Fernando Salazar Fernández, Gerardo García Castillo, Cesar Flores Sosa, Harold Hal Pape Felán, Óscar Mohamar Dianitín e Ignacio Corona.

En 2020, la desconfianza de los coahuilenses en Acción Nacional se potencializó, al volverlo la tercera fuerza al alcanzar tan solo  86 mil votos (9.89% de la votación total): cuatro veces menos que el porcentaje alcanzado en 2013 (36.44%); y dos veces menos que su promedio histórico (23.11%).

Si bien en 2021 recuperó terreno al conseguir una votación de un poco más de 164 mil votos (12.62%), en 2023 sufrió la peor derrota de su historia en Coahuila, cuando obtuvo 83 mil sufragios (6.17% del total), enviándolo a ser hoy la cuarta fuerza en el estado, apenas dos puntos porcentuales por encima del PVEM y a tres de UDC.

A seis semanas de la elección, Acción Nacional se encuentra en una encrucijada lamentable e indigna, pues la preocupación principal de la élite panista es si el PRI cumplirá con darle a su élite algunas migajas para no vivir en el error o, definitivamente, romper con esta alianza dañina para la institución.

Es momento, creo yo, de volver a ser la oposición de prestigio y de no simular al participar con candidatos a modo sino, por el contrario, de hacer una campaña digna para retomar su doctrina e ideales; de no hacerlo, ya ni migajas le compartirán, mucho menos el plato de lentejas. 

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