Por Lourdes Mendoza
Tanto AMLO, como Gertz Manero y Alejandro Encinas saben perfectamente que la verdad histórica dada por Murillo Karam es totalmente válida y, por ende, es hoy un perseguido político de la ‘4T’.
La reciente detención de la exmagistrada Lambertina Galeana Marín, de 79 años –acusada por la FGR de delitos contra la administración de justicia y desaparición forzada– vuelve a colocar el caso Ayotzinapa en el centro del debate nacional. Sin embargo, lo hace desde una perspectiva que mezcla espectáculo mediático con cuestionables fundamentos legales.
La detención, ordenada por el Juzgado Segundo de Distrito en Materia Penal del Edomex, se realizó en Chilpancingo y no se regirá por el sistema penal acusatorio y adversarial vigente, sino por el procedimiento escrito mixto. La exmagistrada se reservó el derecho a declarar, mientras la FGR sostiene que incurrió en omisión al no preservar las grabaciones de video del Palacio de Justicia de Iguala, presuntamente cruciales para el esclarecimiento de los hechos de septiembre de 2014.
El análisis de los hechos sugiere una historia más compleja.
La propia cronología del caso deja serias dudas sobre la solidez de la imputación. La desaparición de los 43 normalistas ocurrió el 26 de septiembre de 2014, pero la solicitud formal del MP para obtener los videos no se realizó sino hasta junio de 2015, casi 10 meses después.
Es ampliamente conocido que los equipos DVR, utilizados para la grabación digital, tienen una capacidad de almacenamiento limitada y que, al llenarse, sobrescriben automáticamente las imágenes más antiguas. No hay evidencia sólida de que Galeana Marín haya recibido instrucción alguna sobre la obligación de resguardar las grabaciones, ni de que hubiera sido notificada de su relevancia probatoria en el marco de una investigación penal.
El abogado defensor, José Luis García Miranda, ha denunciado el uso político del caso, señalando que su clienta nunca fue informada de que debía preservar los videos, y que las órdenes de aprehensión emitidas en 2022 –que también incluían al entonces fiscal de Guerrero, Iñaki Blanco– fueron posteriormente canceladas por el propio MP. No obstante, hoy esas mismas imputaciones parecen resurgir sin nuevas pruebas ni justificación técnica.
Lucrando políticamente con el caso Ayotzinapa.
Pues, en lugar de ofrecer respuestas contundentes sobre los responsables materiales e intelectuales de la desaparición de los estudiantes, los cuatroteros parecen enfocar su energía en revivir acusaciones anteriores, y dirigirlas contra actores institucionales sin una conexión directa con los hechos.
A más de una década de los crímenes, los familiares de los normalistas siguen sin conocer el paradero de sus hijos, ni recibir justicia real. Peor aún, ven cómo el caso que simboliza su lucha es utilizado, una y otra vez, como bandera política. La revictimización se concreta no sólo al exponerlos a falsas esperanzas, sino también al convertir su tragedia en moneda de cambio en la arena pública.
Si el objetivo es realmente hacer justicia, el camino no puede ser el de las detenciones con tintes políticos, ni el de las imputaciones sin base firme. Revivir el caso Ayotzinapa no debe ser un acto de propaganda, sino una acción seria, basada en evidencia, verdad y respeto a las víctimas. Mientras eso no ocurra, seguirá latente la herida, y la indignación seguirá creciendo.
¿Por qué en este momento el gobierno federal revive Ayotzinapa y pone en el ojo del huracán a Mr. Beast?
Obvio, es para intentar desviar la atención sobre el tema de las visas canceladas (Marina del Pilar Ávila), de las investigaciones sobre el huachicol, de la participación de agentes operando en México, de la publicación de ProPublica, donde menciona la lista negra con al menos una docena de políticos mexicanos bajo sospecha de estar ligados al narco, o de la salida de 14 miembros de la familia de El Chapo, quienes prefirieron entregarse al gobierno americano a seguir con Rocha Moya.
Fuerte a pico de botella
En este espacio he documentado perfectamente en las columnas “Los 114 restos óseos que la ‘4T’ se ha negado a analizar genéticamente”, “Ayotzinapa, la patraña de AMLO” y “Si esa es la verdad de Ayotzinapa, esa no es mi verdad, AMLO”, cómo Andrés Manuel López Obrador y la FGR pudieron haber concluido con el tema de Ayotzinapa, pero no les importó.
Verdades históricas
La CNDH de Luis Raúl González Pérez dispuso la creación de una oficina especial para el “Caso Iguala” y, tras tres años, 11 meses y 10 días que duró la investigación –consta un expediente integrado por un millón 100 hojas, en mil 255 tomos–, el 28 de noviembre de 2018 emitió su recomendación 15 VG.Dirigiéndole a la ‘4T’, a AMLO, 35 puntos recomendatorios y 224 propuestas de investigación (dos mil 177 páginas).
Pero el OGT jamás mandó analizar genéticamente los 114 restos óseos a la Universidad de Innsbruck. No lo hizo por el temor de que, si uno de esos restos óseos hubiera dado positivo con alguno de los 43 estudiantes, la verdad histórica de Murillo Karam se habría validado mundialmente en tiempos de la ‘4T’. Ahora bien, ¿qué pasó con esos restos? La fiscalía de Gertz, tratando de ser “proactivos”, con un juguete que compraron sobre identificación genética, los sometió a la prueba y ¿qué creen? Que no dieron a conocer resultado alguno y los destruyeron.
Riesgo de vomitar
Si había esperanza de saber sobre los estudiantes, la FGR les arrebató para siempre y por sus huestes esperanza a las familias.
Fuerte
Tanto AMLO, como Gertz Manero y Alejandro Encinas saben perfectamente que la verdad histórica dada por Murillo Karam es totalmente válida y, por ende, es hoy un perseguido político de la ‘4T’, así como su hechura política, Mariana Benítez, ah no, ella ya es morenista.
Es más, cómo dejar de recordar que Tomás Zerón, en Tel Aviv, en un viaje no oficial, pero sí con cargo al erario, le dijo a Encinas: “Enséñame una sola prueba, una, y me regreso a México. Puedo declarar todo lo que hicimos y lo que sé, pero no hay nada nuevo, ni tampoco hay ningún secreto. El acuerdo que me propones no lo puedo aceptar, pues esos acuerdos fueron hechos para criminales y yo no soy un criminal”.
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