Saltillo, una ciudad al límite entre el crecimiento y la crisis social

mayo 16, 2025
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Por Valeria Cämun y Gonzalo Villanueva 

Saltillo, Coahuila.- Un cine porno, 142 bares y cantinas, 850 centros educativos para estudiantes de seis a 20 años, empleos cuyo salario  promedio mensual es de seis mil 500 pesos, 121 suicidios en 2024, 50 casos más en lo que va de 2025; 16 hospitales, al menos 500 mil vehículos para un millón de habitantes, siete grandes plazas comerciales y el registro de incendiarios que van por la ciudad prendiendo fuegos son características y dolencias de Saltillo, urbe que amalgama carencias, violencias, pero también oportunidades y promesas como la de ser la capital más segura de México.

A la ciudad coahuilense todos los días arriban cerca de 30 trabajadores procedentes del sur del país, principalmente. Pero también está esta otra cifra: durante enero y febrero pasados llegaron al estado mil 651 personas en situación migratoria irregular, originarios en su mayoría de Honduras, El Salvador y hasta de África, China y Haití. 

Saltillo se transforma, crece, se queda sin servicios, pero, extrañamente, en el ideario colectivo “seguimos siendo los mismos”. Los precios de las viviendas se han encarecido más de 60% en los últimos dos años y, a la vez, han reducido drásticamente su tamaño: apenas 50 metros cuadrados para cinco, seis o hasta siete personas. 

En ese contexto, la calidad de vida se complica; durante el primer trimestre de 2025 la violencia familiar se disparó pasando de mil 154 casos en 2024 a mil 268 en lo  que va del año. 

Saltillo también ocupa el cuarto lugar nacional entre los municipios con mayor número de denuncias por ese delito. El top cinco de urbes con mayor violencia familiar es: Ciudad Juárez (Chihuahua), Iztapalapa (CDMX), Mexicali (BC), Saltillo y San Luis Potosí.

Caras y muy pequeñas, las casas no dejan espacio para la privacidad. El amontonamiento es el caldo de cultivo para la histeria, gritos, desesperanza y violencia física, emocional y sexual. 

Para la suicidóloga Karla Patricia Valdés, este tipo de pequeños hogares fomentan el hacinamiento, generan irritabilidad, estrés, ansiedad y depresión; causan conflictos con vecinos y familiares y pueden desencadenar “actos terribles”. 

“Todo esto va reduciendo la tolerancia, y puede llegar a promover la violencia doméstica, de pareja y llevar cuestiones agresivas”. 

Puede afectar en la intimidad de la pareja –explica la especialista–, “donde no pueden tener ese contacto sexual tan sencillo porque los cuartos están muy cercanos uno de otro; y si la pareja sigue teniendo su vida sexual activa de manera regular, puede afectar el desarrollo emocional de los hijos, que están escuchando o están siendo testigos de la vivencia sexual adulta”. 

Para la psicóloga terapeuta Berenice de la Peña Aguilar, la convivencia en espacios reducidos también puede desencadenar violencia sexual contra las infancias. 

“Todo se escucha, todo se ve, todo se sabe… Eso habla de un amalgamiento entre la familia, un involucramiento en problemas que no son de los niños y de las niñas”. 

CIUDAD HOSTIL

Datos del Centro de Estudios y Divulgación para la Libertad AC (CEDIL) indican que Saltillo registró un promedio de 19 incidentes semanales de riñas y alteración del orden público; es decir, casi tres peleas diarias entre padres e hijos, esposas y vecinas, hermanos y cuñados. 

Gran parte de los habitantes debe levantarse a las cinco de la mañana, caminar tres o cuatro cuadras, esperar el transporte durante 20 minutos (lapso que se triplica si acaba de pasar el colectivo o no se detiene porque va muy lleno), trabajar ocho horas o más por seis días a la semana para recibir un sueldo que no alcanza para casa, vestido, sustento, escuela, auto propio y esparcimiento que, aunque parezca increíble, es necesario para la estabilidad mental. 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) explica que el ocio y la actividad física son fundamentales para el bienestar personal, y recomienda 30 minutos diarios, al menos, para que los adultos los dediquen a caminar o relajarse, y hasta una hora al día para niños y adolescentes.

“Esos niveles de actividad física pueden ayudar a prevenir y reducir los síntomas de depresión y ansiedad, mejorando el estado de ánimo y la salud mental al generar endorfinas que causan felicidad, y ayudan a regular el ciclo de sueño y la fatiga mental. 

“El ocio puede permitir a las personas explorar sus intereses y pasiones, fomentando el pensamiento creativo y la resolución de problemas”, agrega. 

Pero, ¿quién piensa en caminar cuando se puede liberar el estrés con una cerveza? Y así, las 142 cantinas que hay en la ciudad se llenan de consumidores locales y foráneos que tratan de “ahogar” carencias y frustraciones en el alcohol; y si no hay dinero, las personas recurren a “las banqueteras”, hecho que suele terminar en peleas callejeras con desenlaces fatales.  

El comisionado de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, Miguel Ángel Garza Félix, dijo hace unos días que el calor lleva a que más personas ingieran bebidas alcohólicas, sobre todo en la vía pública, con lo que aumenta el número de conflictos, altercados, riñas y disturbios.

Y eso no sólo ocurre en los estratos sociales que padecen carencias, todas las personas son susceptibles a un “escape etílico” que, en el mejor de los casos, queda grabado en un video que se viraliza en redes sociales para el escarnio público; pero en el peor de los escenarios, cobra la vida de inocentes. 

Porque, además, todos los días hay accidentes viales relacionados con el consumo de alcohol; sólo el año pasado se registraron 80 denuncias por homicidio culposo en accidentes de tránsito.

ROMPERSE DESDE ADENTRO

No es que la tragedia persiga al saltillense promedio, sino que la tristeza parece gestarse en lo profundo de su ser por causas aparentemente desconocidas, o por la suma de todo lo expuesto en este texto. 

De 2022 a la fecha se han registrado 369 suicidios en la región sureste. Hombres y mujeres de todas las edades deciden terminar con su vida a causa de este fenómeno multifactorial que abarca problemas mentales, económicos, sociales, emocionales y físicos. 

La inflación, el trabajo demandante, la ola de calor, el tráfico caótico de las seis de la tarde, la escasez de agua y de cerveza, la pésima calidad del aire y drogas como el crystal apoderándose de la juventud son un coctel mortal para algunos saltillenses.  

Se trata de comportamientos irracionales colectivos: si la ciudad fuera una olla de presión, estaría a punto de estallar, de acuerdo con los especialistas. 

Pero, quizá, sea hora de cambiar hábitos que traemos arraigados para poder convivir mejor, considera la suicidóloga Valdés. 

“Tenemos que trabajar desde la psicología social, desde la sociología, para entender y poder atender de una mejor manera el tema, e ir creando una cultura distinta, una cultura que no lleve a que las personas se sientan en esta desesperación, en esta soledad, en este abatimiento que los pueda llevar a intentar quitarse la vida”, comenta. 

“A veces, una sonrisa, un abrazo, una palabra, un mensaje visto en alguna parte de manera fortuita puede llegar a ser eso que detiene y que ancla la vida”. 

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