Madres luchan por Antimonumenta contra la violencia vicaria

mayo 14, 2025
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Ciudad de México.- Gabriela Pablos, cofundadora de la colectiva Madres Libertaria, acuerpada por otras mujeres sobrevivientes de violencia vicaria han colocado sobre la mesa del Gobierno de la Ciudad de México la necesidad de un espacio de memoria frente a los juzgados familiares sobre avenida Juárez; como un recordatorio para personas juzgadoras de que afuera, «las mujeres se mantienen valientes y unidas para no permitir más la colusión del Poder Judicial con los agresores vicarios».

Esta situación se ha convertido en una conversación incómoda para las autoridades porque se les ha hecho saber desde hace meses, sin éxito hasta ahora, no obstante, las madres siguen en resistencia esperando una solución, no como un acto de imposición, sino

El encargado de esta pieza es el escultor Pablo Rojas, mismo, que diseñó el memorial de los 43 estudiantes desaparecidos y que ahora, se encuentra dando los remaches finales. La idea de este espacio es estrechar una comunicación política permanente con las autoridades, dice Gabriela Pablos.

Una de las particularidades es la antimonumenta es que está hueca, lo que permitió a las madres ser parte activa del proceso creativo. Tiempo atrás, este grupo de mujeres se dio cita en el taller del escultor y ahí, se produjo una ceremonia de encuentro y memoria, pues llenaron la escultura de partes de su historia; retazos de ropa, de papeles, de insumos de sus bebés y recuerdos de sus hijos que les fueron arrebatados.

«Dejamos ahí adentro todo el dolor y el sufrimiento de aquello que nos arrebataron. Fue un momento muy bonito y ahora, la estatua pues se cerró para que el escultor pudiera continuar con los trabajos, aún falta pintarla de color morado», dice Gabriela en entrevista.

¿Y el gobierno de la CDMX?

Al preguntarle a la activista sobre cómo ha sido la apertura del gobierno capitalino, explica que, desde la gubernatura de Martí Batres se le exigió acelerar el proceso, además, de que Gabriela ha gestionado múltiples oficios para obtener el permiso. Incluso, han tocado las puertas de la Secretaría de las Mujeres de la Ciudad de México, sin embargo, no han obtenido la canalización correcta para gestionar los documentos que necesitan.

Otras personas como la propia Ernestina Godoy y Ana Francis Mor, de la Secretaría de Cultura, han mostrado su aceptación a la pieza y su colocación en avenida Juárez, sin embargo, es todo el registro que hay detrás y más allá de estas muestras de apoyo, se hace evidente la falta de voluntad política.

Al preguntarle a Gabriela Pablos sobre cuáles serían los posibles escenarios de por qué se ha aplazado tanto la colocación de esta antimonumenta, la activista sostiene que el Poder Judicial no estará contento con la idea de que esté ese recordatorio ahí, pues muchas personas que imparten la justicia se articulan -o ellas mismas son- con agresores vicarios.

Pero justo aquí, se esconde el poder de esta pieza que además de incómoda, implica luchar contra las campañas de desinformación que se han originado en tiempos recientes; campañas que intentan desprestigiar a las madres autónomas y señalar la presunta inocencia de los agresores a través de movimientos orquestados por los padres.

«Hay muchas personas que desconocen de la violencia vicaria, debido también, a las campañas de desinformación que han estado orquestando de manera permanente los agresores Quienes generan esta violencia, pues desde luego quieren lavarse las manos y no admitir, ni reconocer esto. Entonces pues ellos también se plantean como, «Ay, nosotros solo somos papás que queremos ver a nuestros hijos, no somos banco, monedero.» Y pues con todos estos discursos la sociedad puede llegar a empatizar sin llegar a la profundidad de lo que verdaderamente es la violencia vicaria», dice Gabriela.

Sobre la importancia de nombrar la violencia vicaria

La violencia vicaria siempre ha estado ahí, pero el patriarcado arrancó a las mujeres la posibilidad de nombrarla como un acto violatorio; se consideraron actos privados y legales que las mujeres debían afrontar por cuenta propia. Por ello, la idea de que exista una antimonumenta que recoja estas experiencias es político.

¿Por qué ponerlo a las puertas de los juzgados de la familiar? Porque es como decirles que, quien quiera entrar ahí, tiene que saber que la violencia vicaria existe, dice Gabriela.

Uno de los monstruos con los que se articula este tipo de violencia es la desinformación, es decir, las mujeres atraviesan estas vivencias sin saber que es violencia vicaria. La antimonumenta en ese lugar es estratégico, pues podrá acercar a muchas madres a una justicia más restaurativa; permitirá ser un punto de encuentro para las sobrevivientes e incluso, puede ser un vehículo de sanación para las y los hijos que fueron arrebatados del seno de su madre a través de mentiras. Que sepan que las madres siempre buscan y luchan por recuperarles.

Recientemente, en una rueda de prensa Gabriela Santos y Elisa María Zaldívar, dos de las únicas 3 mujeres que han logrado llevar sus casos de violencia vicaria al Sistema Interamericano compartieron algunas de las reflexiones más importantes sobre esta violencia estructural; pues no es sólo el arrebato de las infancias, sino también, es enfrentar la violencia mediática, institucional, sexual, emocional, física e incluso, la tentativa de feminicidio. En este espacio organizado por la Red Solidaria Década Contra la Impunidad A.C se apuntalaba a cómo se desconoce que la violencia vicaria es la antesala al feminicidio; los agresores se mantienen a la expectativa de lastimar a las madres, no sólo a través de las hijas e hijos, sino también, de otras violencias que implican las amenazas de muerte y asesinato.

Por ello, Gabriela Santos recoge que, además de este memorial como punto de reunión e información para toda persona que haya enfrentado esta situación, es un recordatorio de que la violencia feminicida es la expresión máxima de la misoginia, pero detrás de esta, se encuentran otras articulaciones como la violencia doméstica y la vicaria.

«Nuestra manera de transformar la consciencia es reconocer a las víctimas mortales que ya no llegaron a ver una ley vicaria, ni a una resolución donde les regresaran a sus hijos, a las madres que tienen años sin verlos (…). [En la pieza] se ve un bebé un hueco y es por los hijos que nos arrebatan y que no hay nada que pueda llenar ese lugar. Nuestros agresores logran rompernos el corazón, el alma, reventarnos, humillarnos, degradarnos en todas las formas posibles, todavía llegar y toparnos con autoridades que están al servicio de las autoridades para seguir postergando ese abuso es devastador. Nadie mide el impacto de lo que es eso, no existe una reparación que pueda reparar el daño de recuperar a tu bebé que te arrebató el Estado.

¿Por qué tenemos que darles nuestros hijos a los agresores si son nuestras células, nuestra carne? No miden lo brutal y desgarrador que es el abuso institucional.» (Gabriela Santos)

La organización Heinrich Boll Stiftung sostiene que las antimonumentas se erigen como acontecimientos visuales que fijan un suceso histórico particular que representan un «antes y un después» para todo el país. No pretende que sea un memorial histórico, sino una conmemoración a que ese acto continúa repitiéndose en nuestra historia o bien, que no ha sido esclarecido, como por ejemplo, los feminicidios o la desaparición forzada.

La antimonumenta apela a mantener la alerta memoriosa y el reclamo social, su objetivo es dejar una huella en el espacio público e informar de lo que suceda; permanecen de pie hasta que se dé justicia a todos y cada uno de los casos, de ahí, su poder transgresor que incomoda a las cúpulas políticas, porque es un recordatorio que evoca a la memoria colectiva. En el caso de las antimonumentas feministas, también representa un punto de encuentro donde las mujeres pueden intervenir, colocar fotografías de sus seres queridos víctimas de violencia, hacer protesta y reunirse para hacer denuncia colectiva.

Por ello, en esencia, los argumentos que apelan a que las antimonumentas pretenden imponer ideologías e irrumpir en espacios públicos que deben ser «para todos» es una contrariedad implícita; las antimonumentas son, precisamente, un lugar de reconocimiento para todas y todos.

Así, las sobrevivientes a la violencia vicaria mantienen vigente la lucha por lograr colocar esta antimonumenta, que, como apunta Gabriela Pablos, se trata más bien de un ausentismo y de una falta de voluntad política; a ningún poder le gusta ser señalado en su propia puerta. Al preguntarle a la activista si intentarán incidir en el espacio sin permiso, responde que preferirían no hacerlo; mantendrán abierta la disponibilidad de meter su petición de forma incisiva, pero irremediablemente, si el gobierno capitalino no toma cartas en el asunto, el silencio y pasividad tampoco serán las alternativas para la colectiva.

«Lo que no se nombra, no se ve y esa es la intención, no todas las mujeres saben sobre colectivas; ni todas son conscientes de cómo la lucha feminista ha ido transformando nuestra realidad desde lugares soberanos de derecho (…) duele mucho que a las madres buscadoras las han ignorado, que vivieron muchas desgracias para que las recibieran y las empezaran a escuchar. Con nosotras ha sido un tema así y esto no debería de estar pasando en un gobierno que dice ser para las mujeres; queremos un gobierno de acciones», zanja Gabriela Pablos.

CIMAC Noticias

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